El Gobierno propone sustancias que no se comercializan en España para aplicar la eutanasia
Se trata del pentobarbital, según recoge el Manual de buenas prácticas en eutanasia. Sí se encuentra presente en medicamentos de uso veterinario
Una de las posibilidades de la aplicación de la eutanasia en nuestro país es la vía oral —la otra opción es la intravenosa—, que permite que el solicitante tome por él mismo la fórmula que le va a provocar la muerte. Un preparado, según se puede comprobar en el Manual de buenas prácticas en eutanasia del Ministerio de Sanidad, cuyo ingrediente principal puede ser el pentobarbital o secobarbital, sustancias que no se venden en España.
«No hay comercializado ningún medicamento de uso humano que contenga pentobarbital o secobarbital, ni es posible conseguir un medicamento registrado en otro país en una presentación oral adecuada que contenga alguno de estos principios activos por lo que será necesario preparar una solución oral», recoge el citado documento.
En este sentido, la guía ofrece recomendaciones sobre la preparación —a modo de receta, con ingredientes y cantidades— y sobre el almacenamiento. Serán los Servicios de Farmacia Hospitalaria los que deberán «obtener las materias primas a través de los mismos canales para la preparación de medicamentos» y realizar la fórmula, que se puede conservar durante un mes a una temperatura ambiente de 25ºC.
El pentobarbital se usa, precisamente, para la eutanasia en países como Bélgica y Países Bajos, mientras que en nuestro país solo aparece en medicamentos de uso veterinario. Es el caso de Eutanax, utilizado para dar muerte a caballos, perros y gatos.
En la ficha técnica de Eutanax, elaborada por la Asociación Española del Medicamento, se afirma que «es un hipnótico y sedante potente, y, por tanto, potencialmente tóxico para el hombre». «Una dosis de pentobarbital sódico de un gramo —en la fórmula del Ministerio de Sanidad se establecen 15 gramos— ha demostrado ser mortal para el ser humano», se puede leer.
¿Qué sucede depués?
El documento del Gobierno también recoge lo que puede suceder una vez ingerida la fórmula. Señala que el periodo entre la toma y la muerte suele ser de menos de 30 minutos, aunque en ocasiones puede llevar hasta dos o tres horas. En esos casos, propone que se inicie el procedimiento intravenoso.
En la guía también se detallan los pasos a seguir en el caso de que se opte por la vía intravenosa. Regularmente se hará en un centro hospitalario y se utilizarán medicamentos inductores del coma y bloqueantes neuromusculares.
El resultado es el siguiente: «La administración de la medicación inductora del coma puede conducir directamente a la parada respiratoria y a una posible parada cardíaca. En los demás casos, el bloqueante neuromuscular provocará una parada respiratoria total en pocos minutos, seguida de una parada cardíaca. Sin embargo, a veces el corazón puede seguir la tiendo durante algún tiempo, lo que prolonga el periodo entre la parada respiratoria y la parada cardíaca hasta 20 minutos. Esto puede hacer que algunos pacientes se vuelvan cianóticos (la piel se vuelve azulada por la falta de oxígeno)».
No a la objeción de conciencia colectiva
Además de las cuestiones relacionadas con la realización de la eutanasia, el manual define las funciones de los profesionales sanitarios, detalla las fases del procedimiento y recoge recomendaciones sobre el derecho a la objeción de conciencia.
Sobre este último aspecto, insiste en que «no podrá ejercerse por una institución, un centro, un servicio o una unidad» y que debe ser «específica y referida» a las acciones concretas que lleven a la muerte al paciente y, por tanto, «no puede extenderse a los cuidados derivados de la atención habitual».
También establece que los miembros de la Comisión de Garantía y Evaluación formarán parte de ella de manera voluntaria y que los objetores de conciencia no podrán integrarla.