No sé si a las nuevas generaciones de españoles les interesará, pero debería interesarles, al menos a los inteligentes e intelectualmente honrados, este libro que el economista y doctor en Historia Antonio Martín Puerta acaba de publicar, en Ediciones Encuentro, bajo el título El franquismo y los intelectuales. El subtítulo, La cultura en el nacionalcatolicismo, todavía concreta más el ámbito de la reflexión de estas 350 páginas. Otro historiador de prestigio, José Manuel Cuenca Toribio, escribe en el prólogo que, «después de las vicisitudes culturales del período sin duda más controvertido del siglo XX español, era llegada la hora de trazar el cuadro completo». Es lo que hace este libro a veces con inteligente ironía. Mantiene la tesis de que la época de Franco tuvo como una de sus características principales una fuerte imbricación entre lo político y lo religioso; y de que, «para lo que toca a la época de Franco, aún no ha llegado el momento del análisis distanciado». Pasada la dura etapa de la contienda civil y de la postguerra, la realidad cotidiana imponía la necesidad de coexistir. Ha sido muchos años más tarde cuando, lo que debía ser un tema para historiadores, ha venido a revitalizarse con una desfasada carga ideológica, como arma arrojadiza. Este libro es un intento de explicar el resultado del proyecto político-religioso llamado nacionalcatolicismo, así como la actitud de los intelectuales durante las dos primeras décadas del régimen de Franco. «La época del nacionalcatolicismo sigue siendo hoy un espacio histórico invadido por los tópicos, las verdades a medias y los juicios ideologizados», escribe. Otra virtud de estas páginas es que neutralizan la afirmación de que sólo es cultura lo que nace desde la izquierda. Dos interesantísimos anexos, escritos por Julián Marías con una distancia de veinte años, son la prueba definitiva e irrebatible.