Casi todos hemos escuchado que España va a recibir de la Unión Europea algo más de 150.000 millones de euros durante los próximos seis años en lo que se ha denominado Fondo Europeo de Recuperación. De esta cantidad, algo más de 81.000 millones serán subvenciones y otros 70.000 serán préstamos. Los objetivos que se pretenden alcanzar con este fondo son potenciar una economía ecológica, avanzar en el proceso de digitalización y modernizar la nación.
Bien aprovechada, esta gran cantidad de millones puede ser una oportunidad difícilmente repetible, pero también puede convertirse en una ocasión perdida. Si se reparte sin un criterio de convergencia o un plan bien concebido, podemos limitarnos a financiar proyectos dispersos que solamente estén unidos por las condiciones que se les piden y que no lleven a ningún sitio más que a un beneficio para aquellos que los ejecutan y algún efecto positivo sobre el crecimiento económico. Limitarnos a financiar proyectos eficientes y que busquen tan solo crecimiento económico a corto plazo puede llevarnos a que, dentro de seis años, veamos este fondo como una ocasión desperdiciada que no ha modificado la estructura económica de España.
A mi juicio, estos fondos podrían ser la gran oportunidad para transformar nuestro país reequilibrando la balanza que ahora está en contra de la España despoblada o vacía. Utilizar todo este dinero a favor del desarrollo de esa España interior que ha perdido parte de su peso y que sigue siendo la hermana olvidada del país podría ser una verdadera modernización de nuestra nación y un cambio de repercusiones positivas para todos en el largo plazo. Estas zonas necesitan políticas de apoyo que les sirvan para desarrollarse, recuperar su peso en la nación y atraer a personas que ahora causan presión demográfica en los lugares más poblados del país.
Para lograrlo sería bueno recuperar la teoría de François Perroux de los polos de desarrollo que tan buenos resultados ha traído en muchos lugares de Europa, reforzar la digitalización de estas zonas, mejorar sus infraestructuras y servicios, potenciar una economía ecológica que refuerce el comercio de proximidad y devuelva a nuestro país la producción de muchos bienes que ahora se están realizando allende de nuestras fronteras. La pandemia nos ha mostrado los problemas que surgen cuando un número reducido de empresas grandes y fuera de nuestro país dominan determinados mercados.
Lograr una España menos desequilibrada geográficamente, en la que las provincias que han expulsado población durante los últimos 100 años comenzasen a atraerla y fuesen motores de crecimiento, sería una verdadera modernización y un cambio estructural importante para nuestro país. Aprovechar estas zonas despobladas para desarrollar una economía basada en criterios ecológicos y que potencie la producción nacional permitiría también reducir la presión ecológica que supone la gran densidad de población sobre algunas zonas. También mejoraría la vida de muchas otras que, o bien podrían encontrar nuevas oportunidades en la España ahora vacía, o verían cómo sus costes de alquiler o de vida en las zonas más pobladas podrían reducirse gracias a este reparto más equilibrado de la población. Previsiblemente, serían aquellas que tienen unas rentas menores quienes más se beneficiarían, lo que es un resultado social deseable.
A pesar de estas ventajas y de que es un plan necesario, posible y beneficioso para todos, mucho me temo que no se va a realizar. En primer lugar porque es difícil realizar una política nacional con unas comunidades autónomas que reclaman su parte del pastel y que quieren llevar sus propias políticas. En segundo lugar porque nos faltan políticos con miras a largo plazo que pretendan mejorar al país en su conjunto, que quieran afrontar una situación como la que tenemos de desequilibrios regionales y que pretendan transformarla.
Por ello me temo que no va a haber un verdadero plan coherente y coordinado a nivel nacional para repartir el Fondo Europeo de Recuperación, sino que tendremos un conjunto de actuaciones dispersas geográfica y funcionalmente que satisfarán los intereses de algunas empresas y de algunos gobiernos autonómicos, pero que al final no lograrán un verdadero cambio a escala nacional. Una pena…