El éxito de las monjas récord en fundaciones: «Somos eucarísticas y marianas»
Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María abren en Santander una nueva casa. Llevan ya 20 en apenas 35 años de vida
Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María han aterrizado en Santander. Se trata de una realidad relativamente nueva en la Iglesia que desde su origen en Estados Unidos se lanza al mundo para dar respuesta a las inquietudes del mundo de hoy, «sobre todo a los jóvenes», explica desde la catedral de la ciudad cántabra la hermana María Andrea.
La historia comienza con María Adela Galindo, una joven nicaragüense que, en medio de la oración y de varias misiones en República Dominicana, «sintió una llamada particular de la Virgen: un intercambio de corazones para una misión», explica la religiosa. Esa experiencia de consagración fue el inicio de un camino comunitario, pues dos jóvenes decidieron seguirla y, bajo la guía del obispo, comenzaron una vida de oración, ayuno y discernimiento.
Pronto se unió una cuarta joven y, juntas, empezaron a organizar retiros y actividades de oración, con un marcado apostolado entre los jóvenes. Aquella semilla se fue consolidando y en 1990 recibieron la primera aprobación como instituto público de fieles. Diez años después alcanzaron el reconocimiento como instituto religioso en la archidiócesis de Miami.
Desde entonces no han parado de crecer: hoy, las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María están presentes en una veintena de conventos; la mayoría en Estados Unidos, pero también en Italia, Polonia, Paraguay, y ahora España. «A las que vienen les damos una sólida formación humana, espiritual y académica», explica María Andrea, consciente de lo rápido de la expansión de su instituto.
¿El secreto en este un mundo con tan pocas vocaciones? «Nuestra fundadora diría que somos eucarísticas y marianas, y que allí donde está la Eucaristía y la Virgen el Señor seguirá dando mucha vida», añade. Por eso ofrecen a todos los frutos de su carisma: «Servir a la Iglesia y ser imagen y presencia viva de nuestra Madre en el corazón del mundo».