Dominicas de Palencia: «Yo quería una vida normal, pero Dios me decía: “Ven a mí”» - Alfa y Omega

Dominicas de Palencia: «Yo quería una vida normal, pero Dios me decía: “Ven a mí”»

Las religiosas acuden a Madrid de manera excepcional para dar testimonio de su vocación. «Decir sí al Señor da una felicidad y una libertad inmensas», dicen

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Las dominicas de Palencia durante una visita del Maestro de la orden el año pasado
Las dominicas de Palencia durante una visita del Maestro de la orden el año pasado. Foto: Dominicas de Palencia.

Sor María de Jesús es la priora de la comunidad de dominicas de Palencia. Ella era una joven de parroquia, rezaba todos los días, estudiaba Informática, hasta que un día alguien le preguntó: «Y tú, ¿no has pensado hacerte monja?».

«A mí esa pregunta no me dejaba descansar», reconoce hoy, años después de aquello, recuerda que «yo solo quería llevar una vida normal, pero una voz me decía: “Ven a Mí”». Por una amiga, fue a pasar una semana en la comunidad «y peleé muchísimo antes de tomar la decisión definitiva», cuenta. «Al final, dije sí al Señor, y eso me dio una felicidad y una libertad inmensas. No necesitaba ya más».

Ana María estará en Madrid junto con otra hermana en la asamblea general de la orden que comienza el lunes próximo, por eso «hemos querido aprovechar el viaje», y un día antes, el domingo a las 19:00 horas, estará en la parroquia San Pedro Mártir, conocida como la de los dominicos de Alcobendas, para hablar de su vocación.

«Nosotras no solemos salir a este tipo de cosas, solo salimos para lo necesario para la comunidad», revela. Sin embargo, en un mundo cada vez más alejado de lo espiritual, sienten la urgencia de abrir sus puertas. Por eso van a contar cómo la vida contemplativa dominica se sustenta sobre tres pilares: la oración, el estudio y la vida comunitaria. «Vivimos en silencio la mayor parte del día porque permite una oración constante. Y el estudio es fundamental para conocer la verdad y la fe, ya que lo que no se conoce, no se ama», dice.

Como también tienen una clara orientación hacia la evangelización, abren su liturgia a los fieles que deseen participar, desde la mañana hasta la noche, y también se involucran en retiros espirituales como Emaús y Effetá, rezando por los caminantes y servidores: «Esa es nuestra misión en la Iglesia y hay que usarla; es nuestro ámbito para interceder para que la predicación dé fruto».

Hoy, como hace siglos, las dominicas contemplativas ofrecen un espacio de acogida para quienes desean discernir su vocación. Así, algunas jóvenes se acercan a vivir unos días con ellas, compartiendo su ritmo de oración y vida. Y es que, para sor María de Jesús, la vocación contemplativa no es una evasión del mundo, sino una forma de estar en él de manera radicalmente distinta: en silencio, en comunidad, en oración constante. «Ser dominica contemplativa es tener tiempo dedicado a Dios y a los demás desde una vida que ora, estudia y ama», concluye.