Myanmar detiene a siete sacerdotes en una semana
Además de asaltar parroquias católicas en busca de presuntos combatientes, los militares de Myanmar han requisado o destruido en varios lugares la ayuda humanitaria para los desplazados internos
Por segunda vez en una semana, el Ejército de Myanmar ha puesto en el punto de mira a los sacerdotes. Michael Aung Ling, párroco de San José en Kanpetlet (estado de Chin), ha sido detenido este miércoles y sigue bajo custodia.
Como explica a la agencia Fides un catequista de la parroquia, los militares se lo han llevado esta mañana tras asaltar su residencia parroquial. Le acusaban de apoyar a las Fuerzas de Defensa de Chinlandia (FDC), por haberles ofrecido refugio en la parroquia. Este grupo es uno de las varias fuerzas de resistencia popular surgidas en todo Myanmar para oponerse al golpe de Estado del 1 de febrero. Con armas caseras y tácticas de guerrilla se enfrentan a los fusiles automáticos y los lanzacohetes de los militares.
«Es un acto más de violencia y crueldad contra personas o estructuras de la Iglesia local», señala una religiosa local. En Kanpetlet, al sur del estado de Chin, los combates se producen desde hace varios días, y en las últimas horas se han intensificado. Sus 2.000 habitantes se han visto obligados a huir de sus casas.
Del turismo a la guerra
«Cuando la gente abandona sus hogares, las fuerzas del régimen saquean las propiedades y las casas vacías», alegan los residentes locales. La Iglesia intenta ofrecerles refugio y comida. Algo que a partir de ahora será más difícil. Al detener al padre Ling los militares también han incautado todos los sacos de arroz y otros víveres que tenían almacenados para los alumnos del internado anexo.
La violencia ha arrebatado la calma de una de las zonas turísticas más famosas de la antigua Birmania. Situada al pie de la montaña Khonuthong, es un lugar de extraordinaria belleza natural, incluido en la lista de sitios del patrimonio cultural y natural de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
80 sacos de arroz destruidos
La detención de este sacerdote se produce solo cuatro días después de la de seis sacerdotes y un laico en el pueblo de Chan Thar, en la diócesis de Mandalay. Su vicario general, Dominic Jyo Du, explicó a la misma agencia que en la noche del 12 al 13 de junio los soldados asaltaron el complejo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Buscaban a miembros de la Liga Nacional para la Democracia, el partido de la líder Aung San Suu Kyi.
Tras una noche de interrogatorio en la cárcel, todos fueron liberados al día siguiente. «Ha sido una experiencia terrible, de carácter intimidatorio», relataba el vicario general. «No los han maltratado ni torturado, pero ordenaron a un sacerdote que se quitara las vestimentas sagradas». Se negó y lo respetaron. «A veces los militares respetan a los hombres de Dios, a veces no. Depende de las personas».
Las detenciones se suman a otros actos de acoso a la Iglesia. En la aldea de Loi Ying (estado de Shan), los militares destruyeron la semana pasada 80 sacos de arroz, ayuda alimentaria y suministros médicos destinados a los desplazados internos.
Los obispos piden corredores humanitarios
Al final de su Asamblea Plenaria, la Conferencia Episcopal de Myanmar emitió un comunicado en el que denunciaba que «miles de personas, sobre todo ancianos y niños, mueren de hambre en la selva. Reducir a personas inocentes a la inanición es la experiencia más desgarradora. Imploramos que se permita un corredor humanitario para poder llegar a las masas hambrientas dondequiera que estén», añadían.
El comunicado también pedía respeto para los templos y monasterios, tanto cristianos como budistas, donde se han refugiado miles de desplazados. El texto concluía implorando a todos los implicados a nivel local e internacional a que «trabajen por una paz duradera» que ponga fin al conflicto de las últimas siete semanas.