El decano, en el cónclave - Alfa y Omega

Al cabo de un milenio de existencia, el colegio cardenalicio no necesita justificar su utilidad como corporación formal desde 1050 ni como organismo elector exclusivo del Papa desde 1059. Su extrema jerarquización, en cambio, es hoy menos útil que antaño. Y la eternización de algunos decanos, claramente perjudicial. Francisco solucionó esa anomalía en 2019 fijando mandatos de un quinquenio, renovables una sola vez, como establecerá para toda la Curia vaticana la constitución apostólica Praedicate Evangelium.

Así se evitan casos como el de Angelo Sodano, cuyo decanato duró 14 años. Lo traspasó a los 92. En marzo de 2013, Sodano superaba ampliamente los 80 años y, por lo tanto, no pudo participar en el cónclave que eligió a Francisco.

El colegio cardenalicio se articula en tres órdenes jerárquicos: cardenales obispos, cardenales presbíteros y cardenales diáconos. El decano lo eligen los cardenales obispos, entre ellos mismos. En 2019 eran tan solo nueve. Eligieron a Giovanni Battista Re, que contaba ya 85 años.

Francisco rejuveneció los niveles superiores ascendiendo a ocho cardenales de diáconos a presbíteros el pasado 3 de mayo. El cardenal protodiácono entre los electores, el que anuncia al mundo el nombre del nuevo Papa, es ahora Giuseppe Bertello, de 78 años, gobernador del Estado del Vaticano.

Los años traen sabiduría, y los 87 del cardenal decano aportan mucha. Pero, al tiempo, la ancianidad disminuye la capacidad de trabajo y las facultades mentales, a veces sin que el interesado se dé cuenta.

En una época de ritmos rápidos, complejidad global y comunicación instantánea, muchos consideran preferible que el decano no sea uno de los purpurados más ancianos sino alguien prudente, conciliador y enérgico, con independencia de su edad, entre los cardenales de Curia. Joseph Ratzinger compatibilizaba perfectamente esta tarea con la de prefecto de Doctrina de la Fe.

Es probable que el cardenal Re no espere al final de su mandato en enero de 2025 para pasar el testigo a su sucesor. A un decano que, al no ser octogenario, pueda presidir el trabajo de los cardenales tanto en el precónclave como en la capilla Sixtina.