El cuerpo incorrupto de san Isidro será expuesto - Alfa y Omega

El cuerpo incorrupto de san Isidro será expuesto

Desde 1985 no se ofrecía a la veneración pública de los fieles la reliquia del santo patrono de Madrid, a la que se está realizando un estudio forense para conocer mejor sus condiciones

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El cardenal Osoro abrió el arca con los restos del santo el pasado 12 de enero. Foto: Carlos Miralles.

«El cuerpo de san Isidro es quizá la reliquia más importante que tenemos en Madrid, la más venerada desde siempre por todos los madrileños», asegura Alberto Fernández, delegado diocesano de las Causas de los Santos. Con motivo del cuarto centenario de la canonización de san Isidro, y en el 850 aniversario de su muerte, uno de los actos centrales del Año Santo concedido a la archidiócesis madrileña por la Santa Sede será la exposición solemne del cuerpo incorrupto de su patrono. Así, del 21 al 29 de mayo, los fieles podrán venerar el cuerpo del patrono de Madrid, algo que se pudo hacer por última vez en 1985, con motivo de los cien años de la diócesis de Madrid-Alcalá.

«Los madrileños siempre han sido conscientes de este tesoro», afirma Fernández. De hecho, desde su muerte, acaecida en 1172, el cuerpo incorrupto de san Isidro ha sido custodiado y visitado por los fieles con gran veneración y estima, siendo numerosos los milagros que se le han atribuido en todo este tiempo. Por intercesión del santo algunos ciegos han recuperado la vista, el rey Felipe III recobró la salud, mujeres con dificultades para concebir quedaron encintas, y el cielo derramó su lluvia varias veces en época de sequía tras sacar al santo en procesión. Excepto en algunos años del siglo XVI en que estuvo en la capilla del Obispo, la reliquia del santo descansó en la iglesia de San Andrés desde su enterramiento en la segunda mitad del siglo XI hasta el año 1769, cuando fue llevado junto a las reliquias de su esposa, santa María de la Cabeza, a la colegiata que lleva su nombre.

Durante todos estos años, el cuerpo del patrono de Madrid ha pasado por muchas vicisitudes. Una de las damas de Isabel la Católica quiso quedarse con una reliquia suya y, durante un besapié, mordió uno de sus pulgares y lo arrancó. Reconocería su delito solo más tarde, cuando sus caballos se negaron inexplicablemente a cruzar el Manzanares. Antes de estallar la Guerra Civil, el cuerpo del patrono de Madrid fue escondido para evitar una posible profanación. Para ello se habilitó un espacio en un costado de la colegiata que luego se tapió. El obispo y los canónigos se juramentaron para no revelar el secreto, pasara lo que pasara –uno de ellos fue interrogado y ajusticiado por no revelar el lugar, y hoy está en proceso de beatificación–. La colegiata fue arrasada e incendiada, pero las llamas respetaron milagrosamente el escondite.

El cuerpo incorrupto de san Isidro en una imagen de archivo. Foto: Isabel B. Permuy.

La primera verificación de su estado de incorrupción data del año 1504, cuando varios testigos firmaron estar ante el cuerpo entero «en hueso y carne» de un hombre de gran estatura con su cuerpo natural, «aunque seco». En realidad, el cuerpo de san Isidro mide 1,72 metros de longitud, lo cual indica una estatura considerable para la época. En otras aperturas posteriores, los testigos hablan de «un olor suavísimo» que emanaba del cuerpo.

Para preparar el sagrado cuerpo para la exposición que tendrá lugar con motivo del Año Santo, el pasado 12 de enero tuvo lugar una apertura presidida por el cardenal Carlos Osoro. En este contexto, y con permiso de la Congregación para las Causas de los Santos de Roma, se está realizando un estudio forense completo del cuerpo que permitirá conocer mejor la reliquia.

Durante esta apertura del arca con los restos del santo, «cuatro forenses hicieron una primera inspección ocular y comprobaron que el cuerpo está en buenas condiciones», asegura el delegado para las Causas de los Santos. «Fue un momento de especial emoción que se vivió en un silencio profundo, de mucha oración», añade.

Para Alberto Fernández, «la veneración de esta reliquia supone un acto de fe en la resurrección de la carne. Sabemos que la carne de los santos heredará el Reino de Dios, y esto constituye un motivo fuerte de esperanza para todos».