El cardenal Rouco Varela, a Alfa y Omega: Queremos jóvenes para Cristo - Alfa y Omega

El cardenal Rouco Varela, a Alfa y Omega: Queremos jóvenes para Cristo

Madrid espera ya con los brazos abiertos a los jóvenes de todo el mundo que quieran asistir a la JMJ. «Claro, no van a encontrarse personalmente uno a uno con el Papa», admite el cardenal arzobispo. Pero sí les espera algo mucho mejor: «El encuentro pleno con el Señor», cuya presencia se hace particularmente visible en estas Jornadas

Redacción
El Papa, en Sydney, junto al cardenal arzobispo de Madrid, cuando Benedicto XVI anunciaba la sede de la JMJ de 2011.

¿Cómo valora el Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Juventud?
Ha llegado muy a tiempo, a casi un año de la Jornada. Esto favorece muchísimo el proceso de preparación espiritual y pastoral. En otras ocasiones, el Mensaje del Santo Padre llegaba hacia el Domingo de Ramos, y la posibilidad de aprovecharlo a fondo disminuía. Lo primero que quisiera destacar es la gratitud por el tiempo con el que se nos ha enviado. Naturalmente, nosotros venimos trabajando en la preparación de la Jornada, de acuerdo con el Consejo Pontificio para los Laicos, desde hace ya dos años: una Carta pastoral mía y, luego, un plan de trabajo, tanto en el plano catequético como en el de la alimentación espiritual de toda la comunidad diocesana. Pero, con el Mensaje del Papa, hemos recibido un chorro de luz, no sólo teológico-intelectual, sino teológico-espiritual y pastoral. Como siempre, los textos del Santo Padre son no sólo una expresión de su gran formación teológica, y del enorme acervo cultural que ha ido acumulando a lo largo de su vida, sino una manifestación de una hondura extraordinaria en la vivencia espiritual y apostólica de su misión. Además, demuestra una gran sensibilidad para enlazar con lo que él llama «las fuentes de vuestras aspiraciones más grandes». Conecta perfectamente con el estado de ánimo de la persona joven, sobre todo de lo que hace años llamábamos el mundo occidental, el de la civilización con raíces cristianas, que ya no se encuentra sólo en Occidente sino en Oriente.

Llama la atención las alusiones a su propia experiencia juvenil.
El Mensaje apunta a su experiencia de adolescente que quiere vivir su vida como un gran proyecto, no sólo como un camino más o menos regular, seguro profesionalmente o humanamente pleno en el matrimonio, etc.; sino como una gran experiencia de una vida más grande, más rica, más plena. Dice que eso lo empieza a vivir en un momento en el que estaban metidos en una caverna terrible de oscuridad y de miedo, la que había producido el nacionalsocialismo y, después, la guerra. Después de la guerra, ya no les bastaba aspirar a volver a tener una casa, una novia, una iglesia, etc. Aparte de eso, necesitaban más. Él conecta con esa experiencia suya y, después, con la que vivió con jóvenes hasta que lo hicieron arzobispo de Munich. Fue profesor muchos años, y además un profesor muy cercano, con el despacho abierto a sus alumnos, reproduciendo una figura académica también fascinante del siglo XX, que él conocía mucho: la de Romano Guardini.

¿Tiene algo en común el Mensaje del Papa con el Plan Pastoral para este curso 2010-2011?
Como nos movemos en torno a la preparación de la JMJ y en torno a su lema, los contenidos de fondo son los mismos. El Papa los trata de una forma muy jugosa y muy viva, que enriquece mucho nuestras propuestas y nuestra forma de preparar el curso. Luego, esto se extiende a toda la Iglesia: trabajamos para Madrid en Madrid, pero somos los responsables del peso organizativo y material, e incluso pastoral, de la Jornada, y ello se ha convertido en marco de preparación para toda la Iglesia.

En los medios españoles la reacción al Mensaje ha sido más bien escasa.
Los medios reaccionan a las actuaciones del Magisterio de una cierta hondura espiritual con una incapacidad de sacarles la actualidad del hecho. Probablemente, porque su interés está muy pegado a la sensación, a los fenómenos históricos y sociales que producen sensaciones fuertes, desde el punto de vista más de tejas abajo y más terrenalmente humano que uno pueda imaginarse. Yo creo que la información religiosa en España necesita de profesionales competentes, entregados a su tarea, con buena formación no sólo intelectual, sino también con buena experiencia religiosa y cristiana. Si no, realidades de la Iglesia tan notables como este Mensaje del Papa para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011 pasan desapercibidas.

El Papa desea confirmar en la fe a los jóvenes y les ha invitado a cada uno personalmente. ¿Qué papel juega en ello una Jornada Mundial de la Juventud?
Juega un papel doblemente importante, y casi insustituible en la evangelización de los jóvenes. Su ministerio hace visible como ningún otro la presencia del Señor. Pero, además, lo hace congregando visible, articuladamente, en una Iglesia particular a la Iglesia universal, que es en la que se da el encuentro pleno con el Señor. Eso supone, para el joven, la posibilidad de entrar en una experiencia plena de las circunstancias históricas y externas -sacramentales, de palabra, de encuentro humano- donde la Iglesia se ofrece en toda su plenitud. Por lo tanto, las Jornadas Mundiales son una gracia extraordinaria para los jóvenes y para toda la Iglesia. Claro, no van a encontrarse personalmente uno a uno con el Papa. Pero hay muchísimas ocasiones para que ese gran encuentro que la Jornada posibilita sacramentalmente se transforme también en una experiencia personal directa, de saborear interiormente, y sacar jugo espiritual y humano. Van a pasar aquí prácticamente una semana, aparte de los días previos en las diócesis de España, que van a ser ciertamente una fuente de gracia para todos y un don especialísimo del Espíritu Santo.

El cardenal Rouco, junto con los peregrinos madrileños, en la plaza del Obradoiro, ante la catedral compostelana, el pasado agosto.

La Jornada se ha preparado con la Peregrinación y Encuentro de Jóvenes en Santiago. ¿Qué fruto puede sacarse de ello?
Eso hay que retrotraerlo a la Jornada Mundial de la Juventud del año 1989. Cuando la preparábamos, todavía no se hablaba de peregrino, ni se concebía su preparación como una peregrinación, al menos espiritual. Cuando el Papa se fijó en Santiago para celebrar esa segunda Jornada fuera de Roma, lo hizo porque Santiago es, con Roma, la ciudad a la que acuden en peregrinación los que buscan el encuentro con el Señor para convertirse, para cambiar su vida. Desde la experiencia de esa Jornada, pareció que era muy oportuno convertir cada Jornada en una experiencia de peregrinación, con un itinerario espiritual y pastoral; un itinerario que supone el reconocimiento de los fallos de uno, la toma de conciencia de sus inquietudes, problemas y grandes preguntas, una aclaración sucesiva de los mismos paso a paso…, para llegar plenamente preparados a la vivencia plena de la Jornada. Es verdad que muchos, o bastantes, de los que acuden a la Jornada lo van a hacer con curiosidad, todavía sin haber pasado ese itinerario de preparación que estamos ahora intensificando. Pero, ciertamente, en todos ellos seguro que hay la historia espiritual de un alma inquieta, de un alma que busca; incluso, a veces, la historia de un no cristiano o de un cristiano que no participa en la plena comunión de la Iglesia.

Para la preparación de la JMJ de 2011, nos ha servido mucho que 2010 fuera Año Santo Compostelano y, además, el último de una serie que comenzó en 1993, con un gran impulso de la peregrinación a Santiago como uno de los frutos más evidentes de la Jornada del 89. A partir del 93, nace un ciclo de Años Santos en el que el joven de la Iglesia se encuentra con un instrumento extraordinariamente fecundo para la educación cristiana y el crecer y madurar en la fe. Ahora terminamos ese ciclo, y tenemos que aprovechar la experiencia de estos años de pastoral intensa del Camino de Santiago. La de este Año Santo nos recuerda otra gran peregrinación, la de 1948, dirigida por Manuel Aparici, en la que el gran anhelo que se cuajó allí estaba expresado en el lema: Llevar las almas de los jóvenes a Cristo. Ésta es la experiencia de este ciclo de pastoral de los Años Santos: queremos ganar las almas de los jóvenes para Cristo.

¿Cómo valora la peregrinación de los jóvenes de Madrid a Santiago?
La peregrinación de Madrid comenzó el 26 de julio, divididos en varios grupos, de manera que al final llegamos a Santiago unos tres mil peregrinos. Todos estos jóvenes han vivido muy profundamente la peregrinación a Santiago, sacrificada pero también apasionadamente, porque la vivencia espiritual que hemos tenido ha sido muy grande. La calidad litúrgica, humana y orante ha superado la de otros años. La presencia de los sacerdotes, unos 100, ha sido muy rica, y muchos eran muy jóvenes. La representación parroquial era significativa, y había una buena representación de movimientos y asociaciones juveniles: Cursillos de Cristiandad, Acción Católica, Comunión y Liberación, Comunidades Neocatecumenales, Focolares, Schoenstatt, Cruzadas de Santa María… Ha sido un empujón muy grande de gracia, de entusiasmo y de esperanza gozosa. Se presagia y casi alumbra el fruto de lo que va a ser la JMJ Madrid 2011.

¿Qué ha cambiado desde la Jornada Mundial de 1989 en Santiago?
Ha cambiado la percepción externa de la relación entre la Iglesia y los jóvenes; la relación de las jóvenes generaciones de europeos con la Iglesia era de alejamiento y de desconocimiento. Una anécdota: en 1989, calculábamos que el número de jóvenes que iba a venir a Santiago era de 300.000, y las autoridades locales nos decían que estábamos locos; al final, vino medio millón. Se demostró que aquella percepción no era verdad: había una relación estrecha y honda. Más aún, la realidad joven de la Iglesia estaba significando ya un factor de renovación muy importante, en consonancia con lo que fue el acontecimiento renovador del Concilio Vaticano II. La percepción del Concilio por parte de los jóvenes era mucho más espontánea, viva y profunda que la de muchos teóricos de la teología postconciliar.

Ése es un dato que ha ido profundizándose, ya que ahora que una ciudad pida acoger una Jornada Mundial de la Juventud es casi como pedir la sede de las Olimpiadas. Se han convertido ya en un encuentro real y físico de los jóvenes de todo el mundo. La de Madrid lo va a demostrar todavía más.

Antes de la Jornada, el Papa visitará España en noviembre…
Esperamos que ese Viaje del Papa a España nos ayude a profundizar a los españoles en la preparación de la JMJ y a asumir la preparación que nos toca, especialmente a Madrid. Espero que su Viaje de noviembre nos ayude y fortalezca en esta actitud de acogida.