El cardenal Parolin celebra los 60 años de presencia de la Santa Sede en la ONU

El cardenal Parolin celebra los 60 años de presencia de la Santa Sede en la ONU

«La posición única de la Santa Sede, como entidad religiosa y diplomática, le ha permitido salvar divisiones y promover el entendimiento más allá de las fronteras», afirmó el pasado lunes el secretario de Estado del Vaticano en una Misa en Nueva York 

María Martínez López

«La presencia de la Santa Sede a nivel de la comunidad internacional», y en concreto en el seno de las Naciones Unidas, encuentra «su razón de ser» en la «lógica de servicio hacia los pequeños y los que no tienen voz». Lo afirmó el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, el pasado lunes durante la celebración del 60 aniversario de la misión permanente de la Santa Sede ante la ONU. No en vano «ser cristiano significa promover la dignidad de nuestros hermanos y hermanas, luchar por ella, vivir por ella», afirmó durante la Misa, en la iglesia de la Sagrada Familia de Nueva York, según recoge Vatican News. 

Por eso, desde 1964 «la Santa Sede ha seguido defendiendo la dignidad humana, defendiendo los derechos humanos, en particular el derecho más fundamental de todos: el derecho a la vida». También «siendo portavoz de la justicia social y del desarrollo económico y de la protección del medio ambiente; pronunciándose en defensa de los indefensos y de los olvidados: emigrantes, refugiados y desplazados».

Posteriormente, durante la recepción y ante delegados, representantes permanentes, simpatizantes, embajadores y miembros de la ONU entre otros asistentes, el número dos del Vaticano subrayó que el puesto de la Santa Sede como «observador permanente» no implica que simplemente siga el desarrollo de los acontecimientos «de forma pasiva y desentendida». Por otro lado, el Vaticano tampoco ha pretendido ser «una entidad política que busca poder o influencia». Ha sido y sigue siendo «una voz moral que apoya la paz, la justicia y la dignidad humana».

«La posición única de la Santa Sede, como entidad religiosa y diplomática, le ha permitido salvar divisiones y promover el entendimiento más allá de las fronteras culturales e ideológicas». Lo ha hecho «subrayando constantemente que el verdadero progreso solo puede alcanzarse cuando se reconocen y respetan las dimensiones espirituales y morales de la existencia humana».

El contexto global, explicó, está en rápida evolución y presenta múltiples retos como la pobreza, los conflictos, el cambio climático, la inteligencia artificial y la erosión de los derechos humanos. Se presenta, asimismo, «cada vez más fragmentado por intereses mezquinos». Ante ellos hacen falta «no solo soluciones técnicas sino un profundo compromiso ético con el bien común, la solidaridad y la promoción de la fraternidad humana». 

«Debemos recordar que todos somos miembros de una única familia humana, que compartimos una casa común y un destino común», desarrolló Parolin.Una auténtica conciencia de ello «nos obliga a reconocer la necesidad de un renovado compromiso con el multilateralismo y la cooperación internacional, para encontrar soluciones compartidas».