El cardenal Koch profundiza en las razones contra la intercomunión
No se puede plantear que los evangélicos reciban la comunión en iglesias católicas cuando la misma Iglesia evangélica ignora elementos clave del supuesto consenso ecuménico sobre la Eucaristía como el papel del bautismo o del ministerio ordenado
Antes de plantearse que los evangélicos alemanes puedan comulgar en la Misa católica (intercomunión), deben abordarse con mucha más claridad cuestiones relativas a la fe sobre la Eucaristía sobre las cuales no existe coherencia dentro de las mismas comunidades evangélicas. De forma que, una vez resueltas según la visión ecuménica compartida, las comunidades protestantes las hagan suyas de forma completa.
Es la conclusión que se desprende de la carta abierta que el presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el cardenal Kurt Koch, ha escrito al doctor Volker Leppin, director científico por la parte protestante del Círculo de Trabajo Ecuménico (ÖAK por sus siglas en alemán) que ha elaborado el documento Juntos hacia la mesa del Señor, en el que católicos y evangélicos alemanes se basaron para proponer la intercomunión en el Tercer Congreso Cristiano Ecuménico, previsto para mayo de este año en Frankfurt.
Antes de que esta cuestión pudiera ser votada en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Alemana del pasado septiembre, la Congregación para la Doctrina de la Fe intervino con unos comentarios doctrinales dirigidos a su presidente, Georg Bätzing. A estos siguieron una serie de intervenciones tanto del ÖAK como del cardenal Koch, que culminan en la carta enviada por el cardenal alemán este lunes.
¿Comunión para los no bautizados…?
En primer lugar, este se muestra sorprendido de que el ÖAK esté interviniendo en esta cuestión, cuando el obispo Bätzing ni siquiera ha respondido al documento de Doctrina de la Fe. A continuación, Koch responde a la petición de Leppin de que fundamente su rechazo a Juntos a la mesa del Señor. Y lo hace amparándose en las «discrepancias entre el supuesto consenso ecuménico y la realidad fáctica» de las comunidades evangélicas.
En primer lugar, este afirma que la intercomunión sería una consecuencia lógica del hecho de que la Iglesia católica y las comunidades evangélicas reconocen como válido el Bautismo administrado por la otra. Dada la «estrecha relación entre Bautismo y Eucaristía», también debería ocurrir lo mismo con la comunión. Esta afirmación contrasta con afirmaciones como la de la Iglesia evangélica en Hesse y Nassau –donde se encuentra Frankfut, sede del Tercer Congreso Cristiano Ecuménico–, que en su página web afirma que «todos los que participan en el servicio están invitados a participar en la Cena del Señor. Incluso aquellos que no están bautizados».
«¿Qué pasa con la estrecha conexión entre el bautismo y la Cena del Señor, si incluso los no bautizados son invitados?», se pregunta Koch. Es más, «si por un lado el bautismo y su reconocimiento recíproco son la base del ecumenismo, y por otro un socio ecuménico lo relativiza de tal manera que ni siquiera es un requisito previo para participar en la Cena del Señor», surge la pregunta de «quién está cuestionando el fundamento del ecumenismo»; si Roma o la parte evangélica.
¿… o sin ministro ordenado?
Otro caso de incongruencia entre las declaraciones ecuménicas y la práctica de los evangélicos se refiere a la importancia del ministerio ordenado. Esta se subraya en el documento conjunto, pero Doctrina de la Fe ya había advertido de que este requisito «no queda cubierto por la mayoría» de los miembros regionales de la Iglesia evangélica alemana. Koch insiste en que el ministerio ordenado no solo se desprecia en la práctica, sino en el mismo ordenamiento de estas comunidades.
De nuevo en Hesse y Nassau, la Iglesia evangélica afirma que «si los cristianos en situaciones de necesidad desean recibir la Cena del Señor y no se puede localizar a ningún pastor o pastora, cualquier miembro de la Iglesia puede ofrecerla» pronunciando las palabras de la institución de la Eucaristía. Del mismo modo, durante la pandemia algunas otras comunidades permitieron la celebración de la Cena del Señor en casa sin ministro ordenado. Incluso el Consejo de la Iglesia evangélica en Alemania, al conmemorar el centenario de la Reforma en 2017, afirmó que gracias a Lutero «todo cristiano puede, en principio, administrar los sacramentos.
En tercer lugar, a pesar de que Juntos a la mesa del Señorreconoce la importancia en la Eucaristía de la acción de la acción de gracias, la anamnesis y la epíclesis o invocación del Espíritu Santo, en la liturgia preparada para una celebración ecuménica el domingo pasado, preparatoria para el congreso de mayo, «se encuentra una anamnesis pobremente desarrollada en lo teológico, no hay ningún rastro de epíclesis» y solo hay silencio sobre el Espíritu Santo.
Es necesaria «una fe eucarística común»
En conclusión, «el consenso que el ÖAK afirma que existe» entre católicos y evangélicos en distintos ámbitos, suficiente en su opinión como para permitir la intercomunión, «a menudo no se puede encontrar» ni siquiera dentro del seno de la misma Iglesia evangélica. El presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos se muestra «agradecido» de que «un grupo de trabajo ecuménico invierta mucha energía y pasión en superar las cuestiones que hasta ahora dividían a las iglesias».
Sin embargo, afirma que esto solo puede tener ocurrir «si dicho trabajo se confronta con la realidad concreta en las iglesias, si se hacen las consultas necesarias sobre la teología y la praxis y si se inicia un proceso de recepción» con «instrucciones prácticas» y «vinculantes» para que lo que se vive en las comunidades se adapte al consenso ecuménico. Así se hizo en 1999 después del acuerdo sobre la doctrina de la justificación.
En el caso de la intercomunión, «cuestiones abiertas» como las que él menciona, que «aún no se han resuelto, como muestra la realidad, deben identificarse y tratarse de antemano», no dejarlas pendientes mientras se promueve esta práctica. En el ecumenismo entre protestantes, reconoce Koch, «una simple comprensión básica del Evangelio es suficiente» para compartir el púlpito y la comunión. Desde la perspectiva católica, sin embargo, «la comunión eucarística presupone la comunión eclesial, y la comunión eclesial presupone la comunión en la confesión de la fe»; es decir, una «fe eucarística común».
Al convertir el documento ecuménico que recomienda la intercomunión en el Tercer Congreso Ecuménico como base para una decisión de la Conferencia Episcopal Alemana, su presidente, Bätzing, «lo ha elevado al nivel de magisterio de los obispos». Y por eso «llegó el momento de que Doctrina de la Fe hablara». Ahora, espera una respuesta del episcopado alemán no solo en lo relativo a lo que la carta de Koch aborda, sino a muchas otras cuestiones que la intervención de la congregación desarrollaba.