El cardenal Hollerich solicita en el Sínodo abrir la puerta «a grupos que podrían irritarnos»
Este lunes se han inaugurado los trabajos de la cuarta congregación, dedicada a «cómo ser más plenamente signo e instrumento de unión con Dios y de unidad del género humano»
En la apertura del segundo módulo de la Asamblea General del Sínodo, este lunes, su relator general, cardenal Jean-Claude Hollerich, ha preguntado si «estamos dispuestos» a abrir las puertas de la Iglesia a «grupos que podrían irritarnos porque su forma de ser podría parecer una amenaza a nuestra identidad». «Si actuamos como Jesús, daremos testimonio del amor de Dios por el mundo. Si no lo hacemos, pareceremos un club identitario», ha subrayado.
Tras la pausa dominical, el cardenal luxemburgués ha inaugurado los trabajos de la cuarta congregación general. El tema que se abordará es «una comunión que irradia. ¿Cómo ser más plenamente signo e instrumento de unión con Dios y de unidad del género humano?». Cuatro participantes no estaban presentes tras haber dado positivo en COVID-19, informan medios vaticanos.
Después de un momento de silencio, se ha escuchado un pasaje del Evangelio, una meditación del padre Timothy Radcliffe y unas reflexiones teológicas de la profesora Anna Rowlands. También los testimonios de tres miembros de la Asamblea, que han compartido la experiencia de su Iglesia local en relación con los temas del módulo.
Esbozando el método de trabajo y los cambios en la composición de los círculos menores, el cardenal Hollerich ha subrayado que, si con los trabajos de la semana pasada la asamblea ha «retomado el contacto con la experiencia del pueblo de Dios que camina junto desde hace dos años», con esta segunda parte la asamblea entra en el meollo de la cuestión con el examen de la primera de las tres cuestiones surgidas de la fase consultiva. Los participantes en el Sínodo deberán confrontarse en los próximos días «con preguntas precisas y concretas», fortalecidos también por el «clima de colaboración» construido la semana pasada, en el que «empezaron a crear vínculos, a pasar del “yo” al “nosotros”».
Sobre el tema de la comunión, eje de la segunda parte del instrumentum laboris, Hollerich ha subrayado que «el Dios trino ha creado a la humanidad, a cada ser humano; y este Dios, que es amor, ama de modo especial a toda la creación, a cada criatura y a cada ser humano». Este amor se manifiesta en «su poder salvífico». Como Iglesia, «estamos en esta dinámica de salvación. Y en esta dinámica se encuentran los fundamentos de la unidad de la humanidad».
Una familia africana en Europa
El purpurado ha compartido la peripecia de una familia que se había trasladado de África a un país europeo. Les resultaba muy difícil encontrar una parroquia en la que vivir su fe. «La primera parroquia católica a la que acudieron era una parroquia de feligreses, pero la comunidad no ofrecía un sentido más profundo de comunión. Estaban mal vistos porque tenían costumbres religiosas diferentes. Se sentían excluidos».
Frente a esto, «encontraron una comunidad metodista donde fueron bien acogidos, recibieron ayuda concreta» y fueron acogidos como «hermanos, no como objetos de caridad. No eran simplemente un medio para personas que querían hacer el bien». Al conocer este testimonio, Hollerich ha reconocido que pensó que en su propio país «probablemente habría ocurrido lo mismo, con la salvedad de que no tenemos una Iglesia metodista que los acoja».
El relator general del Sínodo ha reiterado el mensaje lanzado por el Papa durante la JMJ de Lisboa y en la Misa de apertura del Sínodo: «Todos están invitados a formar parte de la Iglesia. Todos… todos… todos…».
Ecumenismo y colaboración
«En profunda comunión con su Padre a través del Espíritu Santo, Jesús extendió esta comunión a todos los pecadores», ha afirmado el cardenal. Una comunión que se refleja también en el ecumenismo, al preguntarse «cómo podemos vivir nuestra fe católica de tal manera que la profunda comunión que sentimos en la vigilia de oración antes de nuestro retiro no sea una bella excepción, sino que se convierta en una realidad ordinaria».
También ha desafiado a profundizar en «cómo podemos vivir nuestra fe profundamente en nuestra propia cultura sin excluir a las personas de otras». Y cómo comprometernos con los miembros de otras tradiciones «en favor de la justicia, la paz y la ecología integral».
Al reflexionar sobre esto, ha advertido, «nuestra reflexión no debe tomar la forma de un tratado teológico o sociológico. Necesitamos partir de experiencias concretas, la nuestra personal y sobre todo la experiencia colectiva del pueblo de Dios que ha hablado a través de la fase de escucha».