El cardenal Cobo, a los curas de Madrid: «No somos dispensadores de servicios religiosos»
En la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, el arzobispo de Madrid ha pedido a los sacerdotes ser «discípulos enviados a entregar la vida»
Un año más, las Oblatas de Cristo Sacerdote han acogido al clero de Madrid en el día de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, fiesta netamente española. El claustro del monasterio, un remanso de paz en medio de Ciudad Lineal, estaba, como siempre procuran las hermanas, adornado de manera delicada y sencilla para acoger en la Eucaristía al mismo Cristo, sacerdote, y a sus ministros en la tierra.
La celebración ha estado presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, acompañado por los obispos auxiliares Jesús Vidal y Juan Antonio Martínez Camino, y los obispos auxiliares electos, José Antonio Álvarez y Vicente Martín. Junto a ellos han estado decenas de sacerdotes y fieles laicos que gustan de acompañar a las hermanas y a sus presbíteros en este día especial.
El cardenal Cobo ha comenzado la homilía aludiendo a la entrega de las hermanas, cuya vocación es oblación por los sacerdotes, y ha situado a Jesucristo en el centro de su predicación: «La fiesta de hoy nos pone delante ese movimiento esencial de Cristo que consiste en seguir ofreciendo su vida a la humanidad». Así, ha pedido presentar en este día la vida como entrega, «no solo las entregas pequeñas de cada día». La donación del presbítero, ha dicho, «es una veta fundamental en la vida de la Iglesia».
Esa vida ofrecida «sin rebajas ni escamoteos» sitúa ante aquellos aspectos que aún están por purificar o convertir. Y así, «cuando no hay ofrenda real, la vida del Evangelio se convierte en un maquillaje, la Eucaristía es solo un rito vacío, la Iglesia un espacio de poder, el otro un rival». En este setido, el arzobispo ha advertido contra el clericalismo, «una manera de entender la vida de la Iglesia en la que el presbítero se apropia del pueblo de Dios». Así, respaldados con la oración, «tenemos el reto de realizar una seria conversión pastoral» siempre «desde el crisol de la entrega, del contraste y del acompañamiento del presbiterio». Y ha enfatizado: «Nunca solos o encerrados, sino en clave diocesana».
«El sacerdote es consagrado para formar la comunidad cristiana allá donde es enviado», ha continuado al cardenal Cobo, y ha subrayado que «no somos dispensadores de servicios religiosos sino discípulos enviados a entregar la vida para que la comunidad cristiana sea reenviada a Dios en cada momento». En este punto, el cardenal Cobo ha hablado de la fecundidad sacerdotal y ha agradecidos a los sacerdotes «la limpieza de corazón, la misericordia con la que os acercáis a mucha gente, la generosidad y humildad del día a día, la amistad presbiteral».
Ha concluido el arzobispo de Madrid pidiendo oración por aquellos sacerdotes que «ya no ejercen el sagrado ministerio» y por los que «están pasándolo mal o sienten que han perdido las claves de la entrega que hoy celebramos».