El cardenal Bo reivindica el «perdón frente a la oscuridad» - Alfa y Omega

El cardenal Bo reivindica el «perdón frente a la oscuridad»

Myanmar entra en una semana tradicionalmente festiva por el Año Nuevo, mientras se empieza a hablar de guerra civil

Redacción
Protesta en Yangon (Myanmar). Foto: CNS / Reuters

La tensión en Myanmar se sigue agravando con algunos ataques de manifestantes contra los militares a lo largo del fin de semana. Frente a ello, el arzobispo de Rangún, cardenal Charles Maung Bo, pidió el domingo que se haga realidad en el país el mensaje de la Divina Misericordia: «El perdón frente a la oscuridad, el amor frente al odio».

Poniendo como ejemplo los gestos heroicos de la religiosa Ann Nu Tawng, que en dos ocasiones se ha arrodillado frente a los militares para evitar que reprimieran las manifestaciones, el principal líder católico del país aseguró que «en la oscuridad, los simples actos de generosidad brillan con gran poder». Su valentía «ha inspirado a muchos a apreciar a la Iglesia católica y a la vida religiosa».

Tres formas de misericordia

En concreto, el mensaje de la misericordia debe llevarse a cabo de tres maneras, enumeró Bo. En primer lugar, «compartiendo nuestros recursos», por pocos que sean, para ayudar a los «millones que están muriendo de hambre» a causa de la pandemia y de la grave crisis política.

Pero el hambre «no es el único problema que nuestro pueblo afronta». La gente «está asustada, está traumatizada, su espíritu está roto». Por eso, «necesita palabras de consuelo. Hace falta que visitemos a quienes han perdido a sus seres queridos a causa del odio», subrayaba. Por último, el cardenal exhortó a rezar. «Es la principal necesidad», la única respuesta capaz de mover «las montañas de problemas que tenemos».

700 fallecidos

El mismo domingo que el arzobispo de Rangún pronunciaba estas palabras, un grupo de desconocidos montados en motocicleta lanzó un artefacto explosivo de fabricación casera contra una sucursal en la ciudad de Mandalay del banco Myawaddy, propiedad del Ejército, informaba el medio local The Irrawaddy. Dos días antes, el viernes, un grupo de residentes de la ciudad de Tamu, en la región de Sagaing y fronteriza con India, disparó con rifles de caza contra un convoy militar que alrededor del mediodía del sábado se dirigía hacia la entrada de la ciudad.

También el viernes, al menos 82 personas perdieron la vida a raíz de la brutal represión ejercida por las fuerzas de seguridad contra los manifestantes en la ciudad de Bago, informó el domingo la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP). Esta entidad cifra en 700 el recuento total de víctimas mortales desde el golpe de Estado del 1 de febrero.

¿Semana festiva?

Por otro lado, la junta militar dio ese mismo día un nuevo paso adelante en la represión, al condenar a muerte a 19 personas. Estaban acusadas de matar a un soldado el 27 de marzo durante los enfrentamientos en el norte de Okkalappa, un distrito de Rangún donde la resistencia es muy fuerte.

Todo esto ocurría en vísperas de una semana que podría ser «definitiva», explica una religiosa desde el país. «Desde el lunes hasta el 20 de abril son las fiestas más grandes de Myanmar», en torno al día 17, cuando se celebra el Año Nuevo. Además, «últimamente han estado sobrevolando Rangún helicópteros y aviones de guerra. Se dice que el Ejército estaba de prácticas preparándose para una guerra civil».

Nuevos cargos congra Suu Kyi

Este lunes, un tribunal ha presentado nuevos cargos contra Aung San Suu Kyi, la líder de facto del Gobierno depuesto el 1 de febrero. La nueva acusación, la sexta en total, informa EFE, está relacionada con la ley para la gestión de desastres naturales, un cargo similar al que ya se le imputó a mediados de febrero, remarcó su abogado, Khin Maung Zaw. Los cargos son parecidos a los presentados contra ella en febrero, presuntamente por violar protocolos relacionados con la COVID-19.

El nuevo caso se suma a una retahíla de cargos presentados contra la nobel de la paz, que incluye la importación ilegal de unos walkie-talkies, y a la acusación por parte de los militares del delito de corrupción, aunque esta denuncia aún no ha sido formaliza por un tribunal. El cargo más grave presentado contra la líder derrocada es el de violar la Ley de Secretos Oficiales, presentado el 1 de abril ante un tribunal de Rangún y que acarrea una pena máxima de catorce años de prisión.