El cardenal Bo pide a los militares de Myanmar la liberación de los detenidos
El presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar pide a la comunidad internacional que fomente la reconciliación y el diálogo en vez de recurrir a «sanciones y condenas» que dan «pocos resultados»
El cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon, ha exhortado a los militares que el lunes se hicieron con el poder en Myanmar a «respetar los derechos» de los políticos, escritores, activistas y jóvenes detenidos y a «ponerlos en libertad lo antes posible. No son prisioneros de guerra; son prisioneros de un proceso democrático», subrayaba en un mensaje difundido el miércoles.
Su petición llegó justo el día en el que la Junta Militar de la antigua Birmania presentó cargos contra la hasta ahora líder de facto del país, Aung Sang Suu Kyi, y contra el presidente depuesto, Win Myint, por delitos tan peregrinos como poseer walkie-talkies de forma ilegal o violar las medidas contra el coronavirus. Al final optaron por estos cargos en vez de por el de fraude electoral o incluso el de alta traición, castigado con la muerte. Las acusaciones menores suponen penas de hasta tres años, pero podrían ser más fáciles de sacar adelante.
Los golpistas dicen querer volver tras el supuesto fraude en las elecciones de noviembre, que la Liga Nacional por la Democracia de Suu Kyi ganó de forma aplastante. Pero esta democracia «comienza con su puesta en libertad», afirmaba el principal líder católico del país. En el momento del golpe de Estado, el también presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar y de la Federación de Conferencias Episcopales Asiáticas se encontraba incomunicado durante una visita a la región de Kachin.
«Uno de los períodos más difíciles»
«Atravesamos uno de los períodos más difíciles de nuestra historia», reconoce con dolor. Sin embargo, en el primer punto de su mensaje, el cardenal Bo pide a los ciudadanos que mantengan la calma. «No cedáis a la violencia. Ya hemos derramado demasiada sangre». A pesar de lo crítico del momento, reafirma su convicción en que «la paz es la única vía, que la paz es posible. Siempre hay modos no violentos de expresar nuestra protesta» sin dejar espacio al odio. Para ello pide la colaboración de todos los líderes sociales y religiosos, y que se rece «por todos y por todo, evitando las provocaciones».
El arzobispo de Yangon lanza un llamamiento especial a los profesionales sanitarios, entre los que ha circulado la idea de hacer huelga o boicotear la atención sanitaria en protesta por el golpe. Él les suplica, en cambio, que «no abandonen a la gente necesitada en este momento» de pandemia. El martes se produjeron las primeras manifestaciones contra el golpe de Estado, convocadas por la Liga Nacional por la Democracia.
De la admiración a la amargura
A los militares, Bo les recuerda que «cuando en 2015 el Ejército efectuó un traspaso pacífico del poder al Gobierno electo, os ganasteis la admiración del mundo». Ahora, esta ha sido sustituida por el shock, la amargura y la incomprensión sobre lo ocurrido. «¿Había falta de diálogo entre las autoridades civiles electas y el Tatmadaw» (el Ejército)?, se pregunta, al tiempo que advierte de que «70 años de derramamiento de sangre y de uso de la violencia no han dado resultado».
«Prometisteis paz y una verdadera democracia. La democracia era el hilo de esperanza para resolver los problemas de este país. Esta vez», en las elecciones de noviembre, «millones de personas han votado» a favor de seguir adelante con la transición. Las alegaciones de fraude electoral que han servido para justificar el golpe, continúa, «se habrían podido resolver mediante el diálogo y con la presencia de observadores neutrales. Se ha perdido una gran oportunidad».
El cardenal critica las nuevas promesas de una democracia mejor después de la repetición de las elecciones. «La gente está cansada de promesas vacías. ¿Cómo os vais a ganar su confianza?». Para eso, las palabras deben estar «acompañadas de acciones sinceras» como evitar la violencia, respetar los derechos de todos y poner en libertad a los detenidos.
Falta de diálogo
El presidente de los obispos se dirige también a la «querida Aung Sang Suu Kyi», para ofrecerle su solidaridad «en esta situación difícil». «Has sacrificado tu vida por nuestro pueblo. Serás siempre la voz de nuestra gente. Estos son días dolorosos. Has conocido la oscuridad, has conocido la luz en esta nación. La verdad prevalecerá. Dios es el último árbitro de la verdad». Con todo, además de desear su pronta liberación, le recuerda que «este incidente ha ocurrido por falta de diálogo y comunicación y por falta de aceptación recíproca. Por favor, escucha a los demás».
En cuanto al papel de la comunidad internacional, el cardenal agradece el interés por su país. Pero avisa de que «las sanciones y condenas han traído pocos resultados», e incluso «han cerrado puertas y han cerrado el diálogo». Continuar por este camino podría llevar a «millones de personas a la pobreza». En vez de esto, les pide que afronten la realidad del país «comprendiendo bien su historia y su economía política» e implicando a las partes implicadas en un proceso de reconciliación.
También otras iglesias cristianas se han sumado a las peticiones de un regreso a la democracia. El Consejo Mundial de las Iglesias y la Conferencia Cristiana de Asia han expresado en una carta su «profunda preocupación» por «la abrupta reanudación del Gobierno militar», la reversión del resultado electoral y la detención de líderes». Y piden que «el reciente desarrollo no conduzca a una escalada de violencia y sufrimiento».