«El Camino de Santiago es un lugar de fe»
Las huellas de la fe en el Camino de Santiago son el eje de reflexión de las XXXIII Jornadas de Patrimonio Cultural que, desde el pasado martes y hasta mañana, se celebran en la ciudad del Apóstol. Monseñor Julián Barrio Barrio, arzobispo compostelano, al inaugurar, el martes, el encuentro, insistió en la importancia de «salvaguardar el patrimonio cultural religioso de la peregrinación jacobea, síntesis entre la fe cristiana y el genio de los pueblos, que es necesario transmitir a las nuevas generaciones»
Monseñor Julián Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela, inauguró, el pasado martes, las XXXIII Jornadas de Patrimonio Cultural de la Iglesia, que tienen lugar hasta mañana en la ciudad del Apóstol. El encuentro, organizado por la Comisión episcopal de Patrimonio Cultural, de la Conferencia Episcopal Española, y en el que participan diversos expertos de distintas diócesis y ámbitos académicos y universitarios, tiene como eje central de estudio La fe, origen y fundamento del arte cristiano. Las huellas de la fe en el Camino de Santiago.
Acompañado por el presidente de la Comisión episcopal de Patrimonio Cultural de la CEE, monseñor Jesús García Burillo, y por el secretario de la misma, don Manuel Íñiguez, monseñor Barrio destacó, en su intervención inaugural, la importancia que el patrimonio cultural de la Iglesia tiene para la nueva evangelización: «La Iglesia se sirve de los diversos estilos artísticos para comunicar la fe con belleza. Es en el rico patrimonio de la Iglesia, el arte cristiano, donde encontramos el testimonio de la fe de los que nos ha precedido, y que sirve hoy como lenguaje de belleza y de expresión para educar en la fe a las nuevas generaciones». Es por eso que, durante su intervención en el Paraninfo de la Universidad de Santiago, el arzobispo insistió en la salvaguarda del patrimonio cultural religioso a que ha dado lugar la peregrinación jacobea: «Es preciso darle valor como cultura cristiana, fruto de una síntesis armoniosa entre la fe cristiana y el genio de los pueblos, que es necesario transmitir a las nuevas generaciones. El Camino de Santiago es un lugar de fe».
Testimonio insuficiente
Monseñor Julián Barrio habló también de la importancia del testimonio, «pues, en la medida en que doy testimonio, participo yo también del Evangelio, en la medida en que conduzco a otros a Dios, me conduzco a mí también», afirmó, citando el libro Creer sólo en Dios, de M. Gelabert. Sin embargo, añadió, «en la actualidad, en que se trata de reducir la fe al ámbito privado, no se aprecia suficientemente el testimonio de la fe, al contrario de lo que acaecía en otras épocas de la historia de la Iglesia».

Favorecer este testimonio es lo que han buscado, y siguen buscando, «con su actitud humilde y penitente, los millares de peregrinos que llegan a Santiago de Compostela», destacó. De hecho, el peregrino jacobeo debe «dar testimonio de la experiencia vivida humana y espiritualmente en la peregrinación a la tumba del apóstol Santiago, ante la que ha descalzado su alma para acoger el perdón y la gracia del encuentro con Dios». El caminante de hoy, durante el trayecto, y al llegar a su meta, «ha podido percibir también el testimonio de los peregrinos de ayer. Por todo ello, el testimonio del peregrino de hoy no parte de cero, sino que presupone un don, que nos ha sido transmitido, para hacerlo propio», sostuvo monseñor Barrio.
El arte para el cristiano…
«… es una invitación a la esperanza, virtud teologal que no defrauda, fuente de alegría que se fundamenta en una base sólida que es Cristo», recordó monseñor Barrio. El arzobispo de Santiago insistió a los presentes en que el arte se convierte en un camino hacia Dios «cuando el artista es capaz de descubrir un rayo de belleza suprema en las manifestaciones de lo bello». Y finalizó señalando que la Iglesia, por su parte, «tiene una riquísima tradición de imágenes al servicio de la transmisión de la fe»; una fe que«remite a una palabra, a un acontecimiento, que no se encuentra al final de una experiencia cósmica de lo sagrado, ni tampoco al final de un trabajo de la razón, sino del testimonio de los creyentes».