El Camino de Álvaro a Santiago: tuits, alegría y fe
Los peregrinos comienzan a transitar por los caminos. En el de Santiago encontramos a Álvaro e Ildefonso Calvente y Paco Millán, que regaron de plegarias la ruta jacobea. Hasta Santo Toribio de Liébana llegó el naturalista Nacho Dean y con Juan María Sánchez nos topamos en el Camino del Anillo, una de las últimas sendas abiertas en España
Álvaro, Ildefonso y Paco salieron hace una semana desde Sarria para hacer el Camino de Santiago y «tener un encuentro con el Señor». Y así sucedió. Tal cual. «No es que hayamos visto a Dios, es que hemos estado con Él. Lo hemos podido palpar a través de ese amor, de esa alegría y de esa fe que tiene Álvaro», explica Ildefonso Calvente a Alfa y Omega poco después de llegar a la ciudad gallega.
Los peregrinos arribaron a la catedral que se levanta sobre la tumba del apóstol Santiago el pasado lunes, 13 de julio. En cuanto pusieron un pie en la plaza del Obradoiro, se fundieron en un abrazo y su mirada volvió a dirigirse a Él: «Gracias a Dios», fueron sus palabras textuales. Seguidamente, se hicieron la foto de rigor –que ilustra este artículo– y se despidieron del templo hasta la Misa del peregrino de la tarde, a la que sin embargo no pudieron acceder por culpa del aforo limitado. «Pero no importa. Dios está en todas partes. La fe no es una escultura, no es un lugar, la fe está en todos lados. La da Dios y nos la entrega personalmente», expresó Calvente en un vídeo. Aún así, el deán de la catedral, Segundo Pérez, se encontró con Álvaro para darle la compostela y le hizo «un montón de regalos, como una concha peregrina. ¡Será un recuerdo imborrable!», cuenta el joven peregrino.
Concluyó así un camino en el que el Señor ha sido el principio y el fin, y que se ha convertido en el cuarto hombre de este trío de peregrinos malagueños que han regado la reapertura del Camino de Santiago de tuits, de alegría y, sobre todo, de fe. A través de la cuenta de Twitter @CaminodeAlvaro, les hemos podido ver en la «Misa del peregrino en O Pedrouzo», rezando el rosario sin parar, «recogiendo flores para la Virgen del Carmen» o «rezando laudes mientras caminamos».
El primer grupo que completa el Camino del Anillo: «Me ha ayudado en mi proceso vital»
En el otro extremo de las rutas centenarias, como son el Camino de Santiago o el Camino Lebaniego, se encuentra el Camino del Anillo, una peregrinación por la sierra Norte de Madrid inspirada en El Señor de los Anillos y que la Fundación Laudato Si —vinculada al Arzobispado de Madrid— acaba de inaugurar hace unas pocas semanas. Juan María Sánchez Carazo ha formado parte del primer grupo organizado que ha recorrido entre el 6 y el 12 de julio esta particular ruta de peregrinación. A este profesor de Religión, el Camino del Anillo le ha cautivado en tres niveles: «No me podía imaginar que en la sierra Norte de Madrid hubiera unos sitios tan bonitos». También «me ha aportado mucho a nivel de relaciones personales, aunque esto es cierto que se da en cualquier otro camino». Pero, sobre todo, asegura, «he sacado provecho a nivel personal. Ahora mismo me encuentro en un momento en el que estoy buscando mi camino y el haber recorrido esta senda me ha ayudado en mi proceso vital».
Peregrinación parroquial
La semilla de este Camino de Santiago tan particular se plantó hace dos años. Entonces, «empezamos a hacer pequeñas peregrinaciones con nuestro párroco, Gustavo Mills, y los jóvenes de la parroquia». Se decidió incluir a Álvaro en el plan a pesar de que tiene una discapacidad intelectual. «Fue una experiencia muy buena tanto para Álvaro como el resto de los jóvenes, que experimentaron cómo Dios ama al débil, como cuida al que no puede; y también cómo disfrutaba Álvaro de todo, cómo nos trasmitía esa alegría y esa felicidad tan contagiosa que él tiene», asegura su padre.
Tras el éxito, al año siguiente se repitió y ya este año se decidió organizar la peregrinación por excelencia en España a Santiago de Compostela. «Pero luego apareció el COVID-19 y hubo que suspender todo». Solo después llegó la decisión de los Calvente de iniciar el Camino en solitario junto a su amigo Paco Millán, y de trasmitir toda la experiencia a través de las redes sociales, «para compartir con todos aquellos jóvenes de la parroquia la experiencia a la que ellos mismos estaban convocados, pero a la que luego no se pudieron sumar».
Apoyo al Cottolengo
Sin embargo, fueron miles de personas los que siguieron por Twitter cada paso de Álvaro, Ildefonso y Paco, que decidieron aprovechar el inesperado interés que suscitó la cuenta para tratar de ayudar a «aquellos de quienes nadie se acuerda: los más pobres de los pobres». Por ello, lanzaron una campaña de recogida de fondos para colaborar con el Cottolengo de Málaga (Casa del Sagrado Corazón), a donde otro de los hijos de Ildefonso acude regularmente a hacer voluntariado. «Allí encuentran un hogar y una familia los preferidos de Dios: familias inmigrantes, desahuciados, ancianos, personas con discapacidad… que no tiene nada ni a nadie».
«Dios va delante»
Con el punto y final de la experiencia, Álvaro ya se encuentra de vuelta en casa con su familia, en cuyo seno nació hace 15 años. «Mi mujer tuvo un parto complicado y siempre creímos que nació con la discapacidad por una mala gestión del alumbramiento», confiesa su padre. Pero hace dos años, después de unas pruebas «le detectaron una mutación en dos genes. Entonces, descubrimos que tenemos un mutante en la familia», bromea. «Cuando nació, tenía una hipotonía muy elevada. Era como un muñeco de trapo. Pero poco a poco se ha ido recuperando y ahora, gracias a Dios, puede andar, se puede mover bien, y habla más o menos», resume Calvente.
Más allá de la procedencia de su discapacidad, o de su evolución, «lo que tenemos absolutamente claro es que Dios nos ha mandado a Álvaro para ayudarnos a nosotros, y no al revés. El Señor dijo: “A este matrimonio le hace falta alguien que les cuide”, y nos lo mandó. Y la verdad es que nos hace más bien él a nosotros que nosotros a él». Una de las cosas que «nos ha enseñado, por ejemplo, es que no hay nada imposible y que Dios siempre va por delante».
El explorador abre el camino a Santo Toribio de Liébana: «Fue una experiencia singular»
Otro de los puntos de peregrinación más importantes del planeta se encuentra en Cantabria. Se trata del monasterio de Santo Toribio de Liébana, que custodia el fragmento más grande de la cruz de Cristo y que es uno de los únicos siete lugares en el mundo —cinco de ellos están en España— que tienen concedido un Año Jubilar a perpetuidad.
El primer peregrino que llegó hasta allí después del confinamiento fue ni más ni menos que Nacho Dean, quien dio la vuelta al mundo andando —33.000 kilómetros en solitario y sin asistencia— entre 2013 y 2016 para documentar el cambio climático, y que entre 2018 y 2019 unió a nado los cinco continentes para lanzar un mensaje de conservación de los océanos.
«En esta ocasión he querido poner en valor la España vacía, también el uso de la bicicleta como medio de transporte sostenible, los valores de la amistad y del trabajo en equipo y, por supuesto, el viaje interior, tanto físico como espiritual, que se da en las expediciones de este tipo», asegura en conversación con Alfa y Omega.
Dean se subió a la bicicleta junto a dos amigos el 21 de junio en Colmenar Viejo, nada más terminar el Estado de alarma —periodo en el que además ha sido padre por primera vez— y llegó al monasterio franciscano el 27 de junio.
«Llegamos bastante temprano y no había ningún otro peregrino por allí. Pedimos que nos sellaran la credencial y entramos al monasterio para ver el fragmento de la cruz. Lo único es que [el camarín donde se encuentra el Lignum Crucis] estaba cerrado y a través de las rejas apenas se llega a ver algo. Nos hubiera gustado entrar a verlo más de cerca, pero fue una experiencia singular, sin duda. Fue uno de los hitos más destacables de nuestro camino», asegura el explorador y naturalista.
Encuentro con el Papa
Por todo ello, su padre le define como «un milagrito de Dios». También porque «a Álvaro lo que más le gusta es todo lo que tiene que ver con la Iglesia, con las cosas de Dios. De hecho, celebra todos los días tres o cuatro Misas diarias en casa. Lo que tiene claro es que Dios es su Padre, y que todo lo que tiene que ver con la Iglesia es alegría. Siempre disfruta de lo que Dios le da gratis y lo comparte con nosotros». Como el viaje al Vaticano para ver al Papa. «Francisco le concedió una audiencia y allá que nos fuimos. El Papa le dio un beso y estuvieron hablando un rato al oído, así que no nos enteramos de nada. Nosotros solo llorábamos como magdalenas», concluye.