El Barrabás de Gibson: «No somos conscientes del milagro de poder recibir la Eucaristía»
De experimentar con el budismo de los monjes Shaolin a convertirse al cristianismo haciendo de Barrabás en La Pasión, de Mel Gibson, el actor Pietro Sarubbi tiene una vida de película. Acaba de participar en el rodaje de El beso de Dios, un documental sobre la Eucaristía
Usted es un actor con una biografía que bien podría ser llevada al cine: huyó de casa de joven para unirse a un circo, recorrió el Tibet y la India en busca de la paz interior e incluso llegó a ingresar en el monasterio budista de los monjes Shaolin. ¿Qué es lo que buscaba?
Buscaba la paz, la armonía, como todos más o menos conscientemente. Creo que todo el mundo vive buscando la belleza de la vida, porque estamos hechos para la belleza. No encontrar lo que buscaba me causó mucha inquietud y malestar, recuerdo que siempre estaba nervioso e insatisfecho. No sabía lo que quería, pero sabía perfectamente que no estaba completo.
¿Cómo era entonces su relación con el cristianismo? Habiendo nacido en Italia, esta era su referencia cultural. ¿Qué era lo que no le encajaba?
Para mí era algo frío y poco claro, basado solo en rutinas. No entendía nada. Ahora sé que el cristianismo se vive a través de una fascinación, de una atracción, pero entonces no tuve la suerte de encontrar hombres que transparentaran ese encanto.
Y llegó Barrabás a su vida. ¿Cómo fue ese día de rodaje en La Pasión de Mel Gibson?
En realidad, la pequeña escena de Barrabás necesitó dos semanas de grabación, porque Gibson, con una excelente profesionalidad, trabajó tanto todas las escenas que al final el rodaje duró casi un año. No puedo resumir todo lo que viví en aquellos días, pero puedo decir con certeza que en ese momento de mi vida, milagrosamente, tuve la oportunidad de encontrar la mirada de Cristo a través de la mirada de un hombre.
¿Sigue recordando habitualmente ese momento clave en su conversión?
Lo recuerdo perfectamente, como Andrés y Juan contaban su primer encuentro con Cristo: «Fue hace 40 años, eran las cuatro de la tarde…». Eso que habían experimentado fue tan central para ellos que muchos años después recordaban la hora con precisión.
¿Cómo ha vivido desde entonces su relación con Cristo?
Con la fatiga de un pobre pecador que trata de estar a la altura de un amor tan grande, cayendo mil veces pero seguro de ser siempre perdonado, esperado y amado, mil y una veces. Es verdad que la vida cambia, tanto en lo personal como en lo profesional, pero todo pasa a través de una mirada nueva, al igual que el Evangelio entero pasa a través de la mirada de Cristo.
Acaba de participar en el rodaje del documental El beso de Dios. ¿Qué le atrajo del proyecto?
La profundidad del director, su total enamoramiento del proyecto. Al principio puse algunas pegas porque no siempre confío en personas nuevas que me contactan para trabajar, estoy enamorado de la vida y no quiero perder ni un solo día. Pero recuerdo que a cada objeción que hacía, el director la recibía con una sonrisa. Eso me recordó la ternura que Mel Gibson tuvo conmigo y entonces dije que sí. Estoy feliz porque he experimentado momentos de gran profundidad y belleza en el set.
¿Cómo se ha sentido en el papel de san Pedro, recitando el mismo salmo que debió cantar Jesús hace dos mil años, en su última Pascua?
Emocionado es poco. Yo medito habitualmente sobre la palabra «Amén», que es parte de la versión moderna del Padrenuestro pero es la única pronunciada por los labios de Jesús. Imagina entonces cantar un salmo entero en la lengua del Señor. En cierto momento, para ayudarme, el director y el productor empezaron a cantarlo junto a mí: imagínate ahora cantar a coro un salmo así, en una iglesia rupestre de la época de los primeros cristianos… Fue increíble.
El documental aborda el tema de la Eucaristía. ¿Es algo que usted ha incorporado en su vida? ¿Cómo la vive?
La Eucaristía es un regalo excepcional que Dios le da al hombre. El hombre moderno no es consciente de la grandeza del milagro que es poder participar cada vez que queremos de la Cena con Cristo.
Yo no estaba casado pero después de mi conversión quise casarme, para ser digno de recibir la Eucaristía. Las primeras veces que fui a Misa después de mi conversión lo hice con mis hijos y con mi esposa. En cierto momento, una de mis hijas empezó el camino de preparación para la Primera Comunión, pero después de recibir todas las catequesis le dijo que al final no tomaría la Eucaristía. El sacerdote, asombrado, le preguntó por qué y ella le dijo que porque la Eucaristía era muy amarga. «¿Y cómo lo sabes, si nunca la has tomado?», le dijo él. Y ella le respondió: «Lo sé porque cada vez que mi padre la toma, llora». ¡Esto es la Eucaristía en mi vida!
La escena de El beso de Dios protagonizada por Pietro Sarubbi está grabada en la iglesia rupestre de Santa Bárbara, en Matera (Italia), donde muchos cristianos de Oriente se refugiaban huyendo de las persecuciones, como ermitaños. Entre sus paredes Sarubbi canta una versión hebrea muy antigua de uno de los salmos del Hallel, los que cantó Jesús al final de la Pascua judía, y no muy lejos de allí se rodó la escena de la crucifixión de la película La Pasión, de Mel Gibson.
Dirigida por Pietro Ditano, El beso de Dios está rodada en lugares tan distintos como las cataratas de Iguazú, Islandia o la playa de las Catedrales, en España, y cuenta con la participación de Emerson Fitipaldi, Scott Hahn, Raniero Cantalamessa, Eduardo Verástegui, Briege McKenna, Mary Healy o Ralph Martin, entre otros testimonios, todos ellos centrados en la Eucaristía.
Después de la participación de Sarubbi, el documental está levantando mucha expectación en Italia, hasta el punto de que la Conferencia Episcopal Italiana ya ha pedido la cinta para su promoción cuando se termine de rodar. Su estreno está previsto para el 25 de febrero de 2022, a las puertas de la Cuaresma.