El Atrio de los gentiles reflexiona sobre el arte y la trascendencia. Signo visible del Dios invisible - Alfa y Omega

El Atrio de los gentiles reflexiona sobre el arte y la trascendencia. Signo visible del Dios invisible

«El verdadero arte es como una herida, genera inquietud, y no deja indiferente»; es una ventana a la trascendencia, que obliga al hombre a plantearse preguntas… Lo decía, el pasado jueves, el cardenal Ravasi, Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, en la primera de las dos jornadas de esta última edición del Atrio de los gentiles, celebrada en Barcelona, con el lema Arte, belleza y trascendencia

Ricardo Benjumea
Un momento de la intervención de la soprano Monserrat Caballé en la basílica de la Sagrada Familia, de Barcelona.

Hay muchos jóvenes, en España, que «aceptan, sin prejuicios, que se les hable de Dios, y algunos laicos e intelectuales no creyentes que no son indiferentes a los temas de la Iglesia, lo que hace posible un diálogo mayor respecto a décadas pasadas». El diagnóstico es del cardenal Lluís Martínez Sistach, que presidió, junto al cardenal Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, los actos del Atrio de los gentiles en Barcelona.

Una de las vías privilegiadas de diálogo con ese mundo no creyente, al que quiere tender la mano el Atrio, es el arte, rescatado de la tendencia a la banalidad. Que éste fuera el tema elegido en Barcelona parecía casi obligado, después de que Benedicto XVI, al consagrar la basílica de la Sagrada Familia, presentara este templo como icono del arte, expresión de la búsqueda de Dios, que, en la belleza, ofrece «un signo visible del Dios invisible».

«La belleza es, sobre todo, una llamada a la trascendencia, al Misterio, a la reflexión», decía a Radio Vaticano uno de los participantes, el profesor de Teología y Filosofía Francesc Torralba, recientemente nombrado asesor del Consejo Pontificio de la Cultura. «La belleza salva, consuela, da sentido a la existencia» —dijo el viernes durante su intervención, en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona—, pero también «provoca un inmenso desasosiego en el alma; infringe una herida incurable», porque evidencia un anhelo que no puede ser ahora plenamente satisfecho; un deseo que, por ello, es ahora «una promesa, una esperanza». Y añadió: «En cierta manera, los artistas son como emisarios de otro mundo; dan noticia de otro reino a través de sus obras».

Junto a Torralba, participaron en el Atrio varios profesores universitarios y representantes del mundo del arte, acompañados en todo momento por representantes de las instituciones y de la política catalanas. El broche de oro, en la clausura, lo puso la soprano Montserrat Caballé, que interpretó dos piezas en la basílica de la Sagrada Familia. En la clausura, actuaron también más de 600 cantores de diversas corales, que interpretaron una obra compuesta por el director de la Escolanía de Montserrat, Bernat Vivancos.

Tras Barcelona, la próxima parada del Atrio de los gentiles será Estocolmo, en la secularizada Suecia. La novedad es que, además del cardenal Ravasi, los creyentes en diálogo serán cristianos protestantes. Uno de los foros del Atrio será el salón en el que la Academia Sueca entrega los Premios Nobel. Con anterioridad, el Atrio de los gentiles ha recalado en Bolonia, París, Florencia y Tirana.