El arquitecto adelantado que llegó hasta Cuenca - Alfa y Omega

El arquitecto adelantado que llegó hasta Cuenca

La parroquia de Santiago Apóstol de San Clemente (Cuenca), fue construida por canteros que volvían de Francia tras levantar sus templos góticos. Custodia las trazas de Andrés de Vandelvira, unos ricos bocetos del genio renacentista que diseñó las catedrales de Cuenca y Jaén

Rodrigo Moreno Quicios
Las bóvedas vaídas y columnas son algo más bajas de lo que planeó De Vandelvira
Las bóvedas vaídas y columnas son algo más bajas de lo que planeó De Vandelvira. Foto: Julián López Brox.

«Cuando la gente pasa por delante de la iglesia de Santiago Apóstol, se asusta porque no se espera ver en La Mancha este templo», cuenta a Alfa y Omega Carlos Risueño. Es abogado, vecino del pueblo conquense de San Clemente y uno de los mayores expertos en la joya que allí se alza desde el siglo XVI. Diseñada en pleno esplendor de esta población, cuando «empezó a crecer y todo se le quedó pequeño», Risueño explica que esta iglesia «la hicieron canteros vascos que bajaban de Francia cuando allí se acabó el gótico».

El ideador del templo fue el arquitecto Domingo Mestraitua, quien ostentaba un apellido tan difícil de registrar para los lugareños que aparece en los manuscritos del cronista Torrente Pérez como simplemente «Domingo el vizcaíno». Su aportación como primer arquitecto —habrá tres— fue levantar sobre el minúsculo templo medieval «una iglesia de tipo basilical con tres naves y pilares circulares». Un paso lógico en una villa que, recién independizada del marquesado de Villena en 1476, experimentaba «un notable auge poblacional y económico, cuya consecuencia directa será la renovación del paisaje urbano del municipio», relata Risueño. Todo ello sin derribar la antigua iglesia hasta que la nueva fuera finalizada, para poder mantener el culto.

El segundo técnico fue Andrés de Vandelvira, «que era maestro de obras y arquitecto de la catedral de Cuenca» y de la de Jaén. De hecho, como cuenta Risueño, «era un viajero muy inquieto»; por lo que, «cuando le contrataron para la catedral de Jaén, le hicieron comprometerse a no salir de la ciudad durante más de 100 días al año».

El abogado de San Clemente asegura que «Andrés de Vandelvira debería ser el patrón de los arquitectos técnicos, porque tenía un gran control económico» y ayudó a muchos obreros humildes a reivindicar sus derechos. Como hizo con un albañil a quien conoció en una posada del pueblo de Montalbanejo —cerca de San Clemente— y a quien consiguió peritar y asegurar el cobro de una torre que acababa de construir en el castillo de la localidad. «Él les decía mucho: “Tenéis que valorar vuestro trabajo”».

Según Risueño, quien se ofrece en broma como postulador de su causa, De Vandelvira «era un hombre santo porque se encargaba siempre de obras para el clero». Y recuerda que «con 18 años ya estaba empedrando la plaza Mayor de Alcaraz», una de las más bonitas de Castilla-La Mancha, «y tenía una cuadrilla a su cargo». «Era un adelantado», reivindica. Su vanguardismo se deja ver en las partes del templo que él diseñó. «El exterior es De Vandelvira puro», sostiene con orgullo el abogado, quien señala que la iglesia de Santiago Apóstol «tiene una parte palaciega con ventanas que dan a una plaza y pone de manifiesto que al exterior siempre le daba una forma peculiar». Por dentro, deja su huella en el presbiterio, «que llama la atención por su espacio, su altura, su vuelta a Roma y Grecia y sus columnas jónicas».

Proyecto de 18 metros

No obstante, este presbiterio no llega a los 18 metros de altura que se propuso De Vandelvira en sus bocetos originales. Concluido por Juan de Orzollo, al tercer arquitecto «le costaban las bóvedas vaídas del gótico» y recortó las alturas para que se ajustaran a su saber hacer. Pero queda constancia del diseño de De Vandelvira en sus trazas, un documento de ocho páginas «que se dibujaba a mano con lo que se debía hacer». Se conservan a la perfección y bajo la custodia de esta iglesia, aunque no exentas de debate. «Por desgracia, en su testamento aparecemos como deudores de De Vandelvira» por quedarse con ellas. «Supongo que se las liquidaron a sus descendientes», deduce el abogado, quien no puede afirmarlo a ciencia cierta; pero sí que «hay constancia de que hubo una deuda».

Fascinado por la riqueza de estas trazas, Risueño explica que «están en castellano viejo y necesitas una hora para entender» cada uno de sus ocho folios. Adelanta que los próximos pasos para reivindicar la memoria de este genio y hacerle justicia es «una exposición que vamos a tener en San Clemente».

Finalmente, el abogado explica que la iglesia de Santiago Apóstol cuenta con una cruz que desconcierta a los locales. «Algunos dicen que es de Italia e iba para Madrid, pero lo cierto es que no se sabe». Elaborada en alabastro, «el material con que se da luz a las catedrales porque es translúcido», ahora esta cruz, «que es una joya», corona una de las naves de esta iglesia. Procede de un humilladero, «una construcción con techumbre que se ponía en la entrada de los pueblos» para que la gente se pusiera a disposición de Dios nada más entrar. Pero al ser tan valiosa, «lleva desde después de la Guerra Civil en la parroquia porque allí luce más».

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