El apóstol Santiago y la aconfesionalidad - Alfa y Omega

El apóstol Santiago y la aconfesionalidad

Con las críticas al rey quedó patente que desconocemos la configuración de nuestra sociedad y nuestra historia

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El pasado 25 de julio surgieron algunas críticas por el hecho de que Felipe VI hubiera realizado la tradicional ofrenda al patrón de España en la catedral de Santiago. Alegaban, entre otras cosas, que el rey representa a todos los españoles, no solo a los católicos, o que la religión debe quedar relegada al ámbito privado, especialmente ahora que hay menos creyentes. Y así quedó patente de nuevo que los españoles desconocemos la configuración de nuestra sociedad y que, en no pocas ocasiones, despreciamos nuestra historia.

España se constituye como un Estado aconfesional, que no laico. El artículo 16 de la Constitución garantiza «la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley». Para señalar, pocas líneas  después, que «ninguna confesión tendrá carácter estatal» y que «los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones». En nuestro país no hay, por tanto, una religión oficial, pero no solo no se persigue el hecho religioso, sino que se protege tanto en su dimensión privada como en su dimensión pública —y, por fortuna, así lo han entendido dirigentes de todos los partidos.

En este caso hay que tener en cuenta, además, que la presencia de la familia real junto al sepulcro de Santiago es una tradición que se mantiene desde 1643 y que nos recuerda de dónde venimos y adónde podemos ir. En palabras del propio monarca, los españoles tenemos algo de peregrinos. Como hemos demostrado en muchas ocasiones a lo largo de la historia o ahora en la lucha contra el fuego, sabemos caminar juntos. Y es bueno recordarlo cuando tenemos que afrontar retos como las consecuencias de la guerra de Ucrania o incertidumbres económicas.