El amor y la misericordia no son contrarios a la justicia - Alfa y Omega

El amor y la misericordia no son contrarios a la justicia

Jueves de la 10ª semana de tiempo ordinario / Mateo 5, 20-26

Carlos Pérez Laporta
Ilustración: DALL.E.

Evangelio: Mateo 5, 20-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Si nuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio.

Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “renegado”, merece la condena de la “gehenna” del fuego.

Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».

Comentario

«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos». Los escribas y fariseos aplicaban las leyes a todos los ámbitos de la vida. Los rituales de purificación de instrumentos sagrados se aplicaban a los instrumentos del hogar. El descanso sabático se aplicaba con un rigor insuperable. Y así iban haciendo con todo: cada cosa de la vida debía consagrarse pautándola según la ley. Pues, Jesús tiene sed de más. Dios quiere más. ¿Qué más es posible hacer?

La mayor justicia es el amor al hermano. En todos los ejemplos que Jesús pone la justicia mayor consiste erradicar el insulto y superar el conflicto por medio del perdón. Pero ¿no está eso en contra de la justicia? ¿No es de justicia reclamar lo debido y responder con fuerza?

El amor y la misericordia no son contrarios a la justicia, sino su grado más elevado. Porque la justicia pretende dar a cada uno lo suyo, y el amor que propone Jesús contabiliza en esa retribución el valor de su sangre derramada por el hermano. Al hermano no se le trata solo en función de sus actos, sino sobre todo en función de la sangre de Cristo que ha sido derramada por él. No hay mayor justicia que el amor que ha tenido Cristo por todos. Y no hay manera de vivir más justa que calibrando ese amor en cada persona que nos encontramos.