Educación, cooperación y ¿perdón? Un palestino y un israelí hablan sobre paz
«El problema principal está en la clase política, no en los ciudadanos», subrayó el palestino Sam Salem en el debate online organizado por It’s Time to Think y la agencia de peregrinaciones Terra Dei
Israelíes y palestinos «no podemos seguir adelante sin perdonar». Sam Salem, cristiano palestino de Belén y guía de peregrinaciones, concluyó así su participación este miércoles en el encuentro virtual organizado por el grupo It’s Time to Think junto con la agencia de peregrinaciones Terra Dei.
Frente a él estaba el israelí Roy Chason, también vinculado al turismo y las peregrinaciones, que se mostró más escéptico. El perdón, subrayó, puede llegar más adelante, cuando haya un intercambio y una convivencia más estrecha. Pero ahora puede ser mejor «no mirar al pasado» sino seguir adelante buscando, «aunque sea sin perdonar», «aquello en lo que estamos de acuerdo».
Sí coincidieron ambos en la necesidad de ampliar los ámbitos de encuentro y cooperación. «Al israelí judío le encanta la comida árabe, la música árabe»; aunque «no habla el idioma tan bien como los palestinos hablan hebreo», reconoció Chason. Y la gente, añadió su interlocutor palestino, «trabaja junta cada día» en sectores como el turismo o la agricultura.
El Papa ha mostrado este jueves su esperanza de que israelíes y palestinos «vean el arco de paz que Dios enseñó a Noé como signo de la alianza entre el cielo y la tierra, y de paz entre las naciones». Lamentó cómo «con demasiada frecuencia, incluso recientemente, ese cielo ha sido oscurecido por misiles que traían destrucción, muerte y miedo».
En su discurso a la Reunión de las Obras para la Ayuda de las Iglesias Orientales (ROACO) al término de su asamblea anual, el Pontífice ha lamentado que, en el año 2020, «los ingresos por la colecta a favor de Tierra Santa fuera solo cerca de la mitad que en años anteriores». Aunque esto se puede explicar por la reducción de las celebraciones y la crisis económica vinculadas a la pandemia, «no podemos permanecer indiferentes cuando pensamos en las calles desiertas de Jerusalén y la pérdida de peregrinos» que expresan «una solidaridad concreta» con las iglesias locales.
Educación para la paz
Estas realidades necesitan, para seguir creciendo, una educación para la paz en ambos lados. Salem se confesó «sorprendido por la cantidad de jóvenes que tienen mucho odio al otro». Este fenómeno ha aumentado con el uso de las redes sociales. Pero para Chason existe también un problema de fondo, que es «la educación contra el judío» que se ha dado «en los países musulmanes en los últimos 80 años».
Este ciudadano israelí espera que se pueda superar. Ve signos de esperanza en los Acuerdos de Abraham, firmados por Israel con varios países musulmanes. Los considera clave para promover, desde arriba, una educación para la paz. «Ahora también los palestinos tienen que adoptar esta actitud. Pero desgraciadamente no los veo» dispuestos.
«El problema principal está en la clase política, no en los ciudadanos», coincidió Salem. De hecho, los límites a la cooperación entre israelíes y palestinos, como por ejemplo las restricciones que sufren estos en sus desplazamientos, se deben a «la situación política». Por eso subrayó la importancia de que haya comunicación entre las autoridades israelíes y palestinas para «hacer más sencilla la vida de la gente». Un deseo que espera que se realice con el nuevo Gobierno israelí.
Un mes después del alto el fuego entre Israel y Hamás, «no vemos muchos avances ni pasos concretos hacia la paz y la reconciliación». Gabriel Romanelli, párroco de Gaza, ha compartido con Vatican News la situación actual de los habitantes de la franja, con motivo de la visita hace unos días del patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa. La Iglesia ya está ayudando a reconstruir algunas casas, pero aún hay zonas con apenas cuatro horas de electricidad diarias. Antes del último conflicto eran ocho. La gente «está cansada», sigue sufriendo las consecuencias físicas y psicológicas de cuatro guerras en diez años. «Hay nerviosismo, a veces hay una sensación de depresión». Por eso, la visita de Pizzaballa ha sido «un signo muy fuerte de cercanía», tanto para los 134 católicos y los miembros de las comunidades ortodoxas, como para los musulmanes a los que atiende la parroquia.
Un conflicto simplificado
Otra cuestión a debate fue la imagen que se da del conflicto en los medios de comunicación. Chason lamentó que en buena parte de Europa y Estados Unidos, sobre todo entre los jóvenes, «se simplifica un conflicto muy complejo, en el que hay muchas opiniones, demonizando a Israel». Desde la percepción de que «el fuerte es el malo y el débil el bueno», se le presenta como «un Estado de apartheid» que «mata niños». Cuando, en realidad, es un país «moderno y fascinante», con «mucho color» y una gran diversidad étnica y religiosa. Lo mismo ocurre con Palestina, añadió Salem, un territorio que, por ejemplo, tiene parajes de una gran belleza natural.
En un tono más personal, Chason compartió cómo su madre, como muchos otros judíos, llegó a Israel no desde Europa sino desde Oriente Medio. En concreto, desde Irak. «Tuvieron que salir huyendo de allí, y a las pocas familias que quedaron los mataron. No podemos volver», apuntó. Salem relató una historia similar, la de la casa de su familia en Jaffa, que perdieron en 1948 tras la creación del Estado de Israel. «Cada día cuando voy a Jerusalén paso por ella, pero no podemos tenerla».
El guía palestino relacionó esto con el conflicto por algunas viviendas del barrio de Sheij Yarrah, en Jerusalén, que ha sido el detonante de la última oleada de violencia. Sobre las entidades que reclaman como judías las casas donde viven desde hace décadas varias familias palestinas, subrayó que todos «queremos nuestra casa». Pero de forma realista, propuso dejar todas estas disputas como están a cambio de «una compensación» a sus posibles propietarios originales.