¿Un globo sonda?
La ACdP y el CEU reunieron el pasado fin de semana en Madrid a más de 900 congresistas para abordar el tema Libertad para educar, libertad para elegir, especialmente oportuno tras las palabras de la ministra Celaá
La ministra de Educación en funciones, Isabel Celaá, aseguró la semana pasada que «de ninguna manera se puede decir que el derecho de los padres a elegir centro podría ser parte de la libertad de enseñanza». Sus palabras causaron estupor por el lugar en el que las pronunció, en el XV Congreso de Escuelas Católicas; por el momento elegido, en plena resaca electoral, y, sobre todo, por cuestionar una pieza clave del derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos.
Quizá no fuera más que un globo sonda y la dirigente socialista luego se ha desdicho a medias, al asegurar que el Gobierno no quiere cambiar «para nada» los conciertos; pero mal andamos si se cuestiona que «a los padres corresponde el derecho de determinar la forma de educación religiosa que se ha de dar a sus hijos de acuerdo con su propia convicción religiosa», como aseguró el presidente de la Conferencia Episcopal el lunes. «El poder civil debe respetar este derecho», abundó el cardenal Blázquez en la apertura de la Asamblea Plenaria.
En este contexto, marcado por la preocupación de asociaciones de padres, instituciones educativas no solo católicas y distintas entidades de Iglesia, la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación Universitaria San Pablo CEU reunieron el pasado fin de semana en Madrid a más de 900 personas para abordar el tema Libertad para educar, libertad para elegir. El 21 Congreso Católicos y Vida Pública ha sido especialmente oportuno porque, como advierte su manifiesto final, «lo opuesto a la libertad de enseñanza o educación es la escuela pública única, pues supone la imposición de un único modelo y, con ello, la imposibilidad de elegir».
Aunque todavía está pendiente de las negociaciones para la investidura del nuevo presidente y de los socios que la posibiliten, el futuro Gobierno de España se equivocará si empieza a enarbolar ciertas banderas como las trabas a la educación católica para contentar al electorado más ideologizado. Su responsabilidad pasa por buscar el bien común. Si no lo hace, ya sabemos cómo puede acabar la película.