Ponerle cara al extranjero
Frente al populismo no hay mejor antídoto que medidas adecuadas de integración y espacios de encuentro con los recién llegados
El ofrecimiento de Pedro Sánchez de acoger a los 629 solicitantes de asilo rechazados por Italia es un gesto que, desde la Iglesia, ha recibido los merecidos aplausos y ofertas de colaboración. España lanza un mensaje importante a Europa en un momento en que el proyecto comunitario hace aguas por la falta de unidad en esta materia. Nuestro país, en particular, ha acogido a un número insignificante de personas en proporción a su tamaño. Por eso hace falta un giro drástico, no solo con una apertura más generosa de las fronteras, sino también en lo que respecta a mejores políticas de integración. Frente a unas ayudas limitadas a poco más de un año y carentes de objetivos claros, resalta el ejemplo alemán, donde a cada refugiado se le facilita el aprendizaje del idioma y el acceso a una formación profesional. Todo ello revierte en el interés de la propia Alemania, que a cambio, eso sí, ha experimentado un rebrote xenófobo. Ese tipo de tensiones sociales y políticas empujan a muchos gobiernos a posiciones cicateras en materia de migraciones. Por eso es importante ponerle a este fenómeno rostros concretos que ayuden a cambiar la mirada sobre el extranjero. Frente al populismo no hay mejor antídoto que medidas adecuadas de integración y canales de comunicación entre los recién llegados y la población local. Este último es el objetivo de la campaña Compartiendo el Viaje, que Cáritas Internacional convoca del 17 al 24 de junio, Día Mundial del Refugiado, animando a cada comunidad católica a habilitar espacios de encuentro. Por petición del Papa, la Iglesia trabaja simultáneamente a nivel mundial para favorecer los Pactos Globales sobre Refugiados y Migrantes que la comunidad internacional tratará de cerrar a finales de año, pese al boicot de Estados Unidos. En Madrid, el Arzobispado celebrará el lunes una jornada con representantes de las tres administraciones que dará visibilidad a este proceso. Lo deseable, claro está, sería que, además de palabras bonitas, se avanzara en compromisos concretos, comenzando por erradicar situaciones como los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) donde se vulneran sistemáticamente los derechos de las personas.