Cerca de la mitad de las contemplativas del mundo viven en España, el país más afectado por la nueva regulación con la que la Santa Sede desarrolla la constitución Vultum Dei quaerere, promulgada por Francisco en junio de 2016. La principal novedad de la instrucción Cor orans es la obligatoriedad de que los monasterios se federen, de modo que «no permanezcan aislados». Se consigue, de entrada, proteger a comunidades diezmadas y envejecidas, presa fácil de quienes ansían quedarse con su patrimonio. Con eso no desparece el problema de la conservación de muchos monasterios, ni las dificultades de atender a las religiosas ancianas, pero se encauzan de la manera más adecuada estas cuestiones, facilitándose soluciones creativas, como una segunda vida de los edificios, dedicándolos por ejemplo a usos sociales. Se ha insistido en que, en materia de vocaciones, no cuenta el número, sino la calidad. Esto vale hoy especialmente para la vida contemplativa, que a pesar de todas las dificultades, sigue siendo indispensable para la Iglesia. La autenticidad del testimonio desde la clausura es la mejor garantía de un futuro.