Dos de cada tres personas que fueron a Cáritas por el volcán de La Palma aún reciben ayuda - Alfa y Omega

Dos de cada tres personas que fueron a Cáritas por el volcán de La Palma aún reciben ayuda

Dos años después de la erupción del Tajogaite, además de atender las necesidades materiales la Iglesia ha puesto en marcha un centro de escucha y un proyecto de tiempo libre para mayores realojados

María Martínez López
Pista a través de la lava para que los vecinos puedan llegar a sus casas. Foto: EFE / Luis G. Moreno.

Canu Martín Mur se considera una afortunada. Cuando el volcán de Tajogaite entró en erupción hace dos años y, un tiempo después, se acercó peligrosamente a su casa y le arrebató la huerta, ella tenía seguro y ahorros para poder pagar lo que el seguro no cubría. Aun así, tardó 18 meses en poder volver a su hogar, que ahora está rodeada de lava. «Mi hermana me decía “es como un paisaje lunar”. Y yo respondía “sí, pero estoy en casa”. Como tanta gente conocida lo ha perdido todo, me siento agradecida. Sigo teniendo que barrer ceniza cuando hay viento, pero el otro día una señora me decía que ojalá ella pudiera hacerlo».

Martín Mur es coordinadora de Cáritas Tenerife en la zona más afectada por el volcán. Ya han pasado los tiempos en los que les llegaban 300 personas nuevas al mes; ahora, son unas 30 o 40. Sobre todo, gente que «ha estado mucho tiempo realojados en casas de familiares» y ya no puede seguir así, explica José Luis Cámara, del departamento de Comunicación de la entidad.

Pero, aunque ya no lleguen tantas personas nuevas, Cáritas sigue acompañando a cerca de dos tercios de las personas que le han pedido ayuda desde septiembre de 2021. Las causas son múltiples. «Se prometieron 3.000 o 3.500 viviendas, y hay solo 120 o 130». Las ayudas al alquiler no se han concedido a todos, y «llevan cuatro o cinco meses de retraso». Hay personas que han perdido todas sus posesiones pero «las indemnizaciones más altas son de 40.000 euros», insuficiente para reemplazarlas.

Lejos de casa y sin ayudas

Los vecinos de Puerto Naos y La Bombilla, por otra parte, llevan dos años sin poder volver a sus casas por la presencia de gases nocivos, pero «no han recibido ninguna ayuda porque su vivienda» o su negocio «siguen en pie» y no se los considera damnificados. Otras casas tienen daños, incluso estructurales, que sus propietarios no tienen medios para reparar, prosigue Cámara.

Jorge Concepción Feliciano, hasta la semana pasada delegado arciprestal de Cáritas, completa el panorama denunciando la «picaresca para obligar a dejar los pisos de alquiler y ponerlo más alto», de forma que los precios han alcanzado unos niveles casi inasumibles para toda la población. Además, «a veces los caseros exigen que el pago sea en negro» para no declararlo. En esos casos, aunque la persona tuviera derecho a una ayuda al alquiler, la Administración no puede pagar esos alquileres, los asume Cáritas. No podemos dejar a esa gente en la calle».

En Puerto Naos no se puede acceder por la presencia de dióxido de carbono. Foto: Cáritas La Palma.

«Más del 50 % de las personas a las que estamos ayudando están en un piso alquilado sin contrato», estima Martín Mur. «Ha habido gente muy generosa, que ha donado o prestado pisos». Pero, desgraciadamente, también otros «que se han aprovechado de sus propios vecinos. Hay gente que sigue viviendo en hoteles porque no encuentran casa de alquiler asequibles». Cáritas también asiste q quienes perdieron el trabajo, por ejemplo en las plantaciones de plátanos arrasadas.

Por último, hay familias que no tenían seguro, red familiar ni recursos. Están realojadas en contenedores o casas de madera se enfrentan a la incertidumbre de qué ocurrirá cuando se cumpla el plazo de tres años durante el cual se las han cedido. Con este cúmulo de circunstancias, no es de extrañar que haya todavía «familias que siguen metidas en un auténtico hoyo» emocionalmente hablando, subraya Consuelo Santamaría, del Centro de Humanización de la Salud de los camilos.

Escucha para todas las Canarias

Santamaría, junto con Valentín Bodil, de la misma entidad, han visitado la isla varias veces, la última en junio, para realizar sesiones de escucha con los afectados; y también para ayudar a poner en marcha un centro de escucha de Cáritas Tenerife. En efecto, el descenso en el ritmo de atención de Cáritas ha permitido a la entidad poner en marcha otros proyectos, destinados más bien a ayudar a sanar las heridas abiertas por la lava.

El proyecto nació cuando los camilos se ofrecieron para visitar la isla, como suelen hacer en otras situaciones de emergencia. Después de algunas reuniones virtuales, Valentín Rodil y Consuelo Santamaría, del Centro de Humanización de la Salud, han visitado varias veces la isla. Dieron algunas charlas sobre resiliencia e hicieron sesiones de escucha. En paralelo, empezaron a formar a quienes quisieron para ayudar a otros.

Un monstruo con cinco bocas

«A un niño le va a costar mucho decir que se hacía pis cada noche del miedo». Otros «no podían dormir, o se levantaban cada noche a las tres de la mañana para ver si el volcán seguía echando lava». Habla Consuelo Santamaría, del Centro de Humanización de la Salud de los camilos y con amplia experiencia en el duelo en niños.

Esta trayectoria hizo que, durante sus visitas a La Palma, le propusieran hacer sesiones de escucha en colegios. Por ejemplo con 80 niños de 8 años del colegio Mayantigo, en Los Llanos de Aridane. «Para que los niños se comunicasen les planteé inventar dos personajes, Juanito y Ana, para que proyectasen sobre ellos sus miedos, su reacción al ver la tristeza de sus padres», la tensión que les generaba el ruido constante o el hartazgo por seguir viviendo en una habitación de hotel.

Así, en las sesiones de escucha, Santamaría y los niños fueron dando forma a Un extraño monstruo se despierta, un cuento que luego ha editado Cáritas Tenerife. La experta aprovechaba para, mientras los niños pensaban en cómo ese ser con cinco bocas que echaban fuego había cambiado la vida a Juanito y a Ana, explicarles que es normal la preocupación de los padres, o estar triste o enfadado. Pero que no hay que quedarse en esas emociones.

Así se llega al final que «no es el final sino el principio de una vida que el volcán ha cambiado. El monstruo ya está tranquilo y los niños tienen que seguir estudiando» y aprender a «seguir viviendo teniéndolo presente todo el tiempo».

Santamaría asegura que la experiencia con este cuento ha sido muy enriquecedora, así como el poder compartirla con otras familias en los lugares donde han presentado el cuento. También fue «interesantísimo el trabajo con los adolescentes; no solo por las dinámicas de grupo sino porque tenía colas de chicos que querían hablar».

«En un principio la gente viene a contarte que ha perdido la casa y está fatal. Pero luego vas descubriendo poco a poco que ha tenido muchas cosas que no ha superado. La forma de sanar es contarlo», subraya Martín Mur, que a pesar de todas sus tareas ha encontrado tiempo también para convertirse en una de sus doce voluntarios.

Por eso, tienen la intención de seguir formando voluntarios y ampliándolo, pues puede ser una gran ayuda, también ante problemas de otro tipo; y en Canarias no hay ninguna institución similar. «Queremos darlo a conocer en los centros de salud, colegios e institutos, para que se amplíe fuera de las parroquias».

En un piso cerrado

En una línea similar está una iniciativa con personas mayores desplazadas desde la zona de Todoque. «Nos dicen que están “que no se hallan”», explica Martín Mur. Han pasado de tener «una casa con huertito e incluso unos animales, y de visitarse unos a otros», a «estar en un pisco cerrado, sin sus recuerdos ni posesiones» y en lugares alejados de sus conocidos, asegura Concepción.

Los mayores atendidos por Cáritas, durante una visita cultural. Foto: Cáritas La Palma.

Gracias a Cáritas, continúa su coordinadora en la zona, dos días a la semana se reúnen para hacer manualidades y ejercicios cognitivos y de memoria, para evitar que el desarraigo lleve a una desorientación o un deterioro permanente. «Pero sobre todo se sienten bien porque tienen tiempo para hablar con personas a las que les ha pasado lo mismo».