Don Jesús Vidal, nuevo delegado diocesano de Infancia y Juventud: «Los jóvenes deben proponer la doctrina social de la Iglesia» - Alfa y Omega

Don Jesús Vidal, nuevo delegado diocesano de Infancia y Juventud: «Los jóvenes deben proponer la doctrina social de la Iglesia»

Jóvenes llenos de la vida de Dios, que evangelicen a otros jóvenes, conozcan y propongan la doctrina social de la Iglesia, y se planteen a qué les llama el Señor: así se plantea su misión don Jesús Vidal, nuevo delegado diocesano de Infancia y Juventud. Sustituye a don Gregorio Roldán, nuevo párroco de Nuestra Señora de la Asunción, en Aravaca

María Martínez López
Don Jesús Vidal, en el centro, peregrina con jóvenes de la diócesis de Madrid.

Viceconsiliario nacional de Manos Unidas, Consiliario diocesano de Acción Católica… ¿Qué le han aportado estas tareas para abordar la pastoral juvenil? ¿Cómo ha sido su llegada a la delegación?
Me ha aportado, sobre todo, el trabajo con seglares, descubrir todo el potencial de evangelización y de vida que tiene la Iglesia a través de ellos. También el trabajo de comunión con muchos y muy distintos sacerdotes.

La acogida en la delegación ha sido buenísima, y me he llevado una muy buena impresión del trabajo hecho por Gregorio Roldán. La delegación está asumida y reconocida por toda la diócesis como el lugar común para llevar a cabo la pastoral juvenil y de infancia tal como el obispo quiere. Así lo he vivido yo, desde que era seminarista.

¿Qué supuso la JMJ de 2011 para la diócesis, y qué trabajo queda por hacer para consolidar sus frutos?
Fue un don de Dios, una inmensa lluvia de gracia. Para mí, supuso descubrir el potencial evangelizador, de vida eclesial y de acogida tan espectacular de la diócesis de Madrid. En cuanto al fruto, me llamó mucho la atención que, en la entrevista en el avión, Benedicto XVI dijo que los frutos no se verían pronto, que la JMJ sembraba muchas semillas y que esas semillas tenían una fuerza interior que las hacía crecer: la gracia misma de Dios. Me parece que lo que hace falta es trabajo en comunión. En la medida en que estemos atentos a la gracia que el Señor va haciendo brotar y podamos trabajar juntos para desarrollarla, esa gracia crecerá por sí misma. No es tanto un trabajo que tenemos que hacer, como un trabajo de estar atentos para verdaderamente dejar hacer a Dios.

En Río de Janeiro, el Papa pidió que los jóvenes fueran protagonistas de la vida de la Iglesia. ¿Qué papel tienen en la Iglesia del siglo XXI?
Tienen el papel de mostrar al mundo que Jesucristo sigue siendo, hoy, capaz de dar vida a aquellos que tienen toda la vida en potencia y unos deseos inmensos de vivirla plenamente y en verdad. Los jóvenes de la Iglesia, en primer lugar, tienen que mostrar al mundo algo que a mí me marcó mucho cuando era diácono, en el encuentro con Juan Pablo II, en Cuatro Vientos, en 2003: que se puede ser verdaderamente cristiano y verdaderamente joven, moderno; que la Iglesia no es algo del pasado. En segundo lugar, tienen la misión de evangelizar a los jóvenes, de dar testimonio de la capacidad de Cristo para dar la vida verdadera.

También les llamó a cambiar el mundo. ¿Qué respuesta puede dar un joven católico a tantos retos sociales?
Su repuesta es fundamental. La acción de Jesucristo ordena todas las realidades de la vida: cómo afrontar el estudio, el trabajo, cómo mirar al mundo de la política, de la cultura… Los jóvenes cristianos no pueden estar ajenos a eso, sino todo lo contrario. Tienen que conocer todo el potencial de verdad que la Iglesia aporta a la sociedad, a través de su doctrina social, estar muy formados en ella, asumirla y poder proponerla.

El próximo Sínodo de los Obispos abordará la familia y la evangelización. ¿Qué puede aportar la pastoral de juventud en este ámbito?
Nos toca coordinarnos mucho con la Delegación de Familia, como ya se ha venido haciendo, para seguir ayudando al joven a descubrir su vocación. Es muy importante el valor fundamentalmente vocacional de la juventud: es un tiempo transitorio en el que al joven se le plantea toda la vida por delante, y cómo Dios le llama a vivirla. En ese sentido, la relación tanto con los ámbitos de pastoral familiar como con el seminario, la vida consagrada… es fundamental para que la Delegación sea un lugar de testimonio donde el joven se pueda plantear cómo va a vivir la vocación al amor a la que le llama el Señor.