«Dios no nos quiere solo santos, sino santos e inteligentes»
Francisco dedica su catequesis semanal a la virtud de la prudencia, «la capacidad de gobernar las acciones para dirigirlas hacia el bien»
La prudencia ha sido la protagonista de una nueva catequesis del Papa dentro de su ciclo sobre los vicios y las virtudes, en el contexto de la audiencia general de los miércoles. Francisco, que como en anteriores semanas ha delegado su lectura a un funcionario vaticano por sus problemas respiratorios, ha señalado que «junto a la fortaleza, la justicia y la templanza», la prudencia «forma parte de las virtudes cardinales y no son exclusivas de los cristianos».
Junto a las tres virtudes teologales, las cardinales «son una especie de organismo viviente en el que cada virtud ocupa un espacio armónico». «Son como la arquitectura de una catedral medieval», ha ilustrado Francisco, «pues apuntan continuamente hacia el bien».
La prudencia en particular «no es propia de una persona temerosa y titubeante», ni tampoco comprende «una simple cautela». Al contrario, la persona prudente «es creativa, razona y evalúa para tratar de comprender la complejidad de la realidad». En este sentido, «no se deja llevar por las emociones, la pereza o las presiones exteriores».
«En un mundo dominado por las apariencias y la banalidad del bien o del mal, la virtud de la prudencia merece ser recuperada», ha defendido el Papa. Citando a santo Tomás de Aquino y a Aristóteles, la ha definido como «la capacidad de gobernar las acciones para dirigirlas hacia el bien».
Entonces, prudente es aquel «que sabe elegir bien en medio de los vientos y olas de lo cotidiano». Por eso, aunque «a veces nos sentimos inseguros y no sabemos cómo actuar», quien es prudente «no elige al azar, porque sabe lo que quiere». Así, es capaz de «ponderar las situaciones y dejarse aconsejar, con amplitud de miras y libertad interior». Esto no significa que «no cometa errores», pues «sigue siendo humano», pero sí evitará «ir dando bandazos», ha aclarado el Papa.
La prudencia enseña también que «lo perfecto es enemigo de lo bueno», ha recordado asimismo durante su catequesis. De hecho, el perfeccionismo «puede provocar desastres y arruinar una construcción, generar conflictos e incomprensiones, e incluso desatar la violencia».
Por otra parte, la prudencia «sabe custodiar la memoria del pasado», porque sabe que la tradición «es un patrimonio de sabiduría». Por eso, «no es bueno pensar que el mundo empieza con nosotros, o que tenemos que afrontar los problemas desde cero», ha señalado el Pontífice. A mismo tiempo, la persona prudente «también es previsora», porque una vez fijado su objetivo «se procura todos los medios para lograrlo».
El mismo Evangelio recoge esbozos de sabiduría sobre la prudencia, como el pasaje del hombre que construye sobre roca o el de las vírgenes que se procuran el aceite para recibir al novio. «La vida cristiana es una combinación de sencillez y astucia», ha destacado Francisco, y de este modo envía Jesús a sus discípulos a la misión. «Dios no quiere solo que seamos santos, sino que quiere que seamos santos e inteligentes», ha concluido el Papa.