Dios abraza a los migrantes, ¿lo hacemos nosotros?

«Es escandalosa la exclusión de los migrantes. Es más, la exclusión de los migrantes es criminal, los hace morir delante de nosotros. Y es así que tenemos hoy el Mediterráneo, que es el cementerio más grande del mundo. La exclusión de los migrantes es repugnante, es pecaminosa, es criminal». Así de tajante se mostró el Papa Francisco el pasado domingo, 9 de octubre, en la plaza de San Pedro durante la canonización de Juan Bautista Scalabrini y de Artémides Zatti.

Dado que el primero fundó congregaciones que se ocupan de los migrantes y el segundo, de origen italiano, migró a Argentina y allí se convirtió en enfermero, el Pontífice planteó qué actitudes tenemos ante quienes huyen de sus hogares buscando oportunidades, jugándose muchas veces la vida. «¿Los recibimos como hermanos o nos aprovechamos de ellos?», preguntó.

En esta línea, el Sucesor de Pedro subrayó una vez más la necesidad de «caminar juntos» y dijo sentir «miedo» al ver «comunidades cristianas que dividen el mundo en buenos y malos, en santos y pecadores». El riesgo, advirtió, es sentirnos «mejores que los demás» y dejar así fuera «a muchos que Dios quiere abrazar».