Brandon Sanderson (Nebraska, 1975) se reafirma como el gran renovador de la fantasía del siglo XXI. Lo es de verdad, mucho más allá del titular viral. Queda demostrado en este cuento de hadas para adultos que, a primera vista, ya se revela como una joya de preciosa factura y guiños clásicos con ilustraciones de Howard Lyon.
Sanderson apenas necesita la cubierta, las guardas y un primer párrafo para lanzarnos el encantamiento, envolvernos en su sentido de maravilla y dejarnos fascinados hasta el final: «En pleno océano había una chica que vivía sobre una roca. El océano no era como el que te has imaginado. La roca tampoco era como la que te habías imaginado. La chica, en cambio, quizá fuera como la que te has imaginado. Siempre que la hayas imaginado reflexiva, de hablar suave y demasiado aficionada a coleccionar tazas y vasos».
La protagonista referida es Trenza, una adolescente normal que dista mucho de la típica heroína. Vive en Punta de Diggen, en un planeta del universo literario del Cosmere que tiene doce lunas a las que rezan los habitantes en medio de unas aguas verdes conformadas por esporas mortíferas. A pesar de que la atmósfera es lúgubre, Trenza se convence cada tarde de que no tiene inconveniente en permanecer allí el resto de sus días. Al fin y al cabo, los lugareños no pueden abandonar la isla por decreto del duque. Sentada frente al crepúsculo, en el porche de la casa familiar, toma su infusión salada mientras contempla las embarcaciones surcando el mar de polvo alienígena hacia un horizonte prohibido fuera de su alcance.
Pero todo cambia de un día para otro, cuando alejan de ella a su amigo Charlie, heredero ducal, para buscarle esposa por su mayoría de edad, justo cuando ambos habían comenzado a reconocer la fuerza de sus sentimientos recíprocos. Ayudada por sus padres, Trenza trazará un plan para colarse en un barco de polizona y partir en busca de su amado que, tratando de mantenerse fiel a una promesa mutua, caerá, para mayor desdicha si cabe, en poder de la terrible hechicera del mar de Medianoche.
A estas alturas de la aventura pirata ya estaremos absolutamente enamorados de las maneras de Sanderson, de su reverencia a los valores de lealtad y de dar la vida por los amigos y la familia, de su defensa imbatible de la bondad, patrimonio de valientes, como única apuesta rentable a medio y largo plazo. No es solo su prolífica imaginación, la frescura del paisaje ni el atípico poso de candidez embriagadora que nos cuela lo que hace fluir el ritmo de crucero. Es la autenticidad, la integridad, la honda humanidad —no exenta de contradicciones ni cicatrices— con la que dota a Trenza de su mayor superpoder, lo que marca continuamente la diferencia. No hay escenarios ni interiores de cartón piedra; sentimos la fuerza de los colores del abismo tanto como latir el corazón de unos personajes de carne y hueso. Entendemos limpiamente sus impulsos y algunas mezquindades porque al autor no le hace falta manipularnos ni hacer chantaje emocional: le sobra inteligencia. Hay una belleza desprovista de artificio que genera pasajes hipnóticos, una belleza genuina que es todo menos escapista. Es la de Sanderson una prosa luminosa porque alumbra los rincones del alma con honestidad, finura y humildad, para configurar un espíritu de liderazgo que recuerda lo que más nos gusta de Orson Scott Card.
Sanderson dedica el libro a su esposa, Emily, que le inspiró. Viendo juntos la película La princesa prometida durante el confinamiento, le hizo un comentario en la línea de: «¿Cómo habría sido esta historia si Buttercup hubiera salido a buscar a Westley en vez de darlo por muerto al instante?». A partir de ahí se creció el genio Sanderson, más libre que nunca.
Brandon Sanderson. Ilustraciones de Howard Lyon
Nova
2023
560
25,55 €