Diez familias de Belén visitan Madrid en Navidad: «Somos parte de una familia más grande»
46 palestinos católicos vivieron el cambio de año en casas de familias de Boadilla del Monte. La iniciativa, que partió de la parroquia del Santo Cristo de la Misericordia, ha servido para compartir su fe y su realidad. «Es bueno que la gente sepa que sigue habiendo cristianos en Palestina», comparte Catherina
Para Catherina, Tony, María (11 años) y Carmen (20 meses) celebrar la Navidad a pocos metros del pesebre de Belén es lo más normal del mundo. Son feligreses de Santa Catalina, el templo católico anexo a la basílica de la Natividad. «Las celebraciones empiezan el día 24 de diciembre por la mañana con una marcha de grupos scouts que dan la bienvenida al patriarca latino de Jerusalén. Luego, él celebra la Misa del gallo y la del día 25 por la mañana en nuestra parroquia. Luego, podemos visitar la gruta del pesebre si queremos».
En cambio, para esta familia ha sido «un sueño» poder ver las luces del centro de Madrid, comerse un bocadillo de calamares o visitar Segovia o San Lorenzo de El Escorial. Son una de las diez familias (46 personas en total) que pasaron del 27 de diciembre al 3 de enero en casas de feligreses de la parroquia del Santo Cristo de la Misericordia de Boadilla del Monte (Madrid).
La iniciativa partió del párroco, Javier Siegrist. Después de acompañar a Tierra Santa a muchos grupos decidió dar un paso más y promover este intercambio. De hecho, la parroquia se ha hecho cargo de todos los gastos. «Es importante este intercambio —explica a Alfa y Omega el franciscano Fadi Azar, sacerdote de la parroquia que acompaña al grupo— porque Tierra Santa es el quinto evangelio para conocer a Jesús, y sus piedras vivas son la gente. Y para las familias de allí es bueno comprobar que somos parte de una familia más grande».
De todo lo vivido esos días, Catherina valora especialmente haber podido «compartir el espíritu de la Navidad y el cambio de año con familias de una cultura diferente, hablar de nuestras costumbres y nuestra forma de vivir la fe».
«Ya no vamos en camello»
La visita ha sido también una forma de dar a conocer la realidad que viven. «Es muy bonito que la gente sepa que sigue habiendo cristianos en Palestina», explica esta madre de familia. No es algo que se pueda dar por supuesto. Por ejemplo, «en Estados Unidos hay gente que todavía piensa que en Belén usamos gorritos como los que se ven en los belenes y vamos en camello», comparte entre risas fray Azar.
Durante un encuentro celebrado en los salones de la parroquia para conocerse mejor unos a otros, explicó, a modo de portavoz y traductor de unos y de otros, que «lo que más envidia nos da de vosotros es la libertad de movimiento. Nosotros, para ir a Ramala, tenemos que pasar cuatro puestos fronterizos. Algunos nunca han estado en Jerusalén, a ocho kilómetros. Y si hay una familia mixta, de palestino y árabe israelí, tienen que viajar por separado»; por ejemplo, uno desde el aeropuerto de Tel Aviv (Israel) y otro desde el Amán (Jordania).
El drama de la emigración
El franciscano, coadjutor de Santa Catalina, también compartió su preocupación por la emigración de cristianos. «No hay estabilidad, llevamos en conflicto desde 1948, y muchas familias jóvenes prefieren irse. Cada día somos menos: ahora mismo, en Tierra Santa hay unos 150.000 cristianos entre ocho o nueve millones de israelíes y más de diez millones de musulmanes».
Respondiendo a una pregunta de los españoles sobre las relaciones con estos últimos, aseguró que «en Belén no tenemos problemas. En los territorios de la Autoridad Palestina, en general, hay más convivencia, se pone árbol de Navidad y belén en las ciudades, y el presidente viene a la Misa de Navidad. Y unos y otros compartimos las consecuencias de la ocupación de Israel».
Caso distinto es Gaza, donde gobierna Hamás y los católicos son una minoría de apenas mil personas entre dos millones de musulmanes. «El otro día por ejemplo llegaron fotos de que los musulmanes destruyeron la decoración navideña de unos locales cristianos».
Una fuerza renovadora
Las familias que visitaron Madrid forman parte de los tres grupos de familias de Santa Catalina, que se fundaron hace cinco años. Hay 25 hogares más comprometidos, y bastantes más que participan puntualmente en las actividades.
Catherina y Tony se sumaron poco después de su lanzamiento. «Nos invitó el párroco, y vimos que era importante para nosotros implicarnos más en la parroquia» —explica ella—. Al principio de su vida en común, su relación con la parroquia se reducía a ir a Misa. «No teníamos relación con otras personas, y vimos que lo necesitábamos. Ahora las reuniones, las charlas y los retiros nos ayudan a vivir nuestro amor y transmitirles la fe a nuestras hijas. En el colegio tienen mucho contacto con musulmanes y es importante que no pierdan lo central de nuestra fe».
El primer grupo empezó con cinco familias, pero han crecido con mucha fuerza. Además de para su propio crecimiento, han supuesto un impulso para la parroquia. «Son de los pocos feligreses que siempre están presentes en la vida de la parroquia —valora el padre Azar—, porque aquí en Belén la gente está muy metida en su trabajo. Pero en los grupos de familias hay catequistas, maestros de nuestro colegio, jóvenes scouts, y un padre está preparándose para ser diácono permanente». Además, «la amistad y los vínculos que surgen entre ellos es algo que ayuda a las familias a permanecer en su tierra».
El franciscano espera que estos encuentros entre católicos españoles y palestinos puedan seguir celebrándose. «La próxima vez nos gustaría traer a jóvenes», apunta.