Diez claves para acompañar a los jóvenes de cara al Jubileo - Alfa y Omega

Diez claves para acompañar a los jóvenes de cara al Jubileo

Todo acontecimiento necesita largos procesos en espacios comunitarios, donde los jóvenes sientan que son amados y bienvenidos para que tomen en sus manos la batuta de sus vidas

Laura Moreno Marrocos
«Todo proceso está llamado a buscar la configuración con Cristo». Foto: Jóvenes Madrid.

A poco más de un mes del Jubileo de los Jóvenes en Roma, aportamos diez claves de la pastoral con jóvenes que pueden ayudar a reconocer que todo acontecimiento necesita largos procesos de acompañamiento en espacios comunitarios, donde sientan que son amados y bienvenidos para que tomen en sus manos la batuta de sus vidas.

Nacer en Cristo: todo proceso está llamado a acompañar a cada joven en su crecimiento espiritual buscando una progresiva configuración con Cristo a quien conoce, encuentra, experimenta, sigue, cada vez más consciente de que por el Bautismo ha sido incorporado a la vida en Él y a la Iglesia.

Crecer en la Iglesia y con la Iglesia: somos parte del pueblo de Dios. El reto de una pastoral con jóvenes es que descubran la belleza de la Iglesia, como misterio y comunión; y que lleguen a sentir con la Iglesia.

Confiar en su protagonismo: se trata de asumir el cambio de paradigma de una pastoral para jóvenes a una pastoral con jóvenes, intergeneracional y sinodal; con presencia de carismas, en la realidad de las parroquias y la plenitud de la Iglesia diocesana y universal. Se percibe incertidumbre y malestar ante el futuro, incluso desesperanza. Tenemos el reto de proponer una pastoral abiertamente misionera.

Anunciar: el kerigma es el anuncio del mensaje fundamental del Evangelio que proclama la salvación por medio de Jesucristo. «Ante todo quiero decirle a cada uno la primera verdad: “Dios te ama”. Si ya lo escuchaste no importa, te lo quiero recordar. Nunca lo dudes» (Christus vivit).

Acoger a cada joven como es, recociendo la diversidad generacional, en comunión y verdad. La acogida se caracteriza por la apertura, la disponibilidad y el servicio. El amor gratuito toma siempre la iniciativa de ir al otro, respetando su libertad. Ha de expresarse sobre todo con los más débiles.

Escuchar: las alegrías y angustias, los sueños y temores de los jóvenes. Como dijo Bonhoeffer, «el que no escucha a su hermano en poco tiempo tampoco escuchará a Dios» y «nunca hablará realmente con los demás».

Soñar, crear, innovar: la pastoral con jóvenes es siempre nueva y dinámica. El Papa Francisco lo sabía e invitaba a los jóvenes y a la Iglesia: «No renunciemos a los sueños grandes. El Señor no quiere que recortemos los horizontes, no nos quiere aparcados, sino en movimiento hacia metas altas, con alegría y audacia».

Vivir en comunidades alegres, orantes y celebrativas: necesitamos ofrecer comunidades acogedoras y evangelizadoras donde cada joven, según su contexto, realidad y situación personal, pueda encontrar un espacio para crecer en la fe, compartir, vivir experiencias de aprendizaje vitales y espirituales, y ser protagonistas en una Iglesia sinodal; así como arraigar los ideales de los jóvenes en el encuentro con los hermanos, especialmente los vulnerables y descartados, a través de la caridad y el servicio.

Acompañar, discernir, elegir los caminos de Dios: como apuntó muchas veces el Papa Francisco, «el discernimiento es un arte que han de aprender en primer lugar los agentes pastorales». Es «un arte que no se improvisa, sino que tiene que ser profundizado, experimentado y vivido. Para un joven, encontrar una persona capaz de discernimiento es encontrar un tesoro». Por ello, «en el camino de fe y en el descubrimiento de la propia vocación, contar con un guía sabio ayuda a evitar muchos errores».

Abrir caminos de esperanza: Francisco también dijo que «para caminar en la vida, además de saber dónde queremos ir es importante saber también quiénes somos y de dónde venimos […] Un camino de esperanza requiere una cultura del encuentro, del diálogo, que supere los enfrentamientos estériles».