Acabamos de empezar 2024 y en estos días iniciamos la preparación del festival más grande de Mongolia: Tsagaan Sar —que significa «luna blanca»—. Es la fiesta de Año Nuevo que sigue el calendario lunar tibetano y marca el final del invierno. Los mongoles dicen que ya pueden oler los aromas de la primavera. ¡No lo creo mucho, el termómetro marca -30 °C! Sin embargo, es cierto que hay un ambiente festivo con el inicio del año del dragón de madera. Este festival es uno de los más antiguos de Mongolia. Está lleno de simbolismo y de rituales que tienen lugar en las familias, como una limpieza a fondo de la casa o los buenos deseos pronunciados por los ancianos. Muchos llegan a los picos de las montañas para ver salir el sol y ofrecer oraciones alrededor de los ovoos, montículos de piedra sagrados marcados con pañuelitos de colores. Otros comienzan a visitar familias, fortaleciendo así los lazos de amistad y parentesco. Todo como un buen augurio para el año que comienza.
Nos encanta hacer estas visitas, una tradición muy sentida y vivida por nuestro pueblo. Se experimentan los valores más profundos de los mongoles: la importancia de las realidades espirituales y de los vínculos sociales, el cultivo de buenas relaciones, la acogida y el respeto a los demás, incluso cuando son extranjeros.
También nos levantamos antes del amanecer, nos vestimos con los trajes tradicionales y vamos a Misa en la parroquia como comienzo del nuevo año. Acude además un grupo de personas, entre las cuales algunas están bautizadas, con regalos y saludos. Esto demuestra que la fe cristiana está creciendo. A pesar del frío, después los hombres van a las montañas para hacer ofrendas y pedir protección.
Resuenan los buenos augurios del Papa Francisco, que durante su visita nos decía: «Queridos misioneros, gusten y vean el don que son, la belleza de darse totalmente a Cristo, que los ha llamado a testimoniar su amor precisamente aquí en Mongolia. Sigan haciéndolo cultivando la comunión. Llévenlo a cabo en la sencillez de una vida sobria, a imitación del Señor. Estén siempre cerca de la gente, con esa cercanía que es la actitud de Dios. Sean así con la gente, atendiéndolos personalmente, aprendiendo la lengua, respetando y amando su cultura, permaneciendo firmes en el Evangelio». ¡Que en este nuevo año junto con nuestro pueblo podamos ser reflejo de la Luz de Dios!