Devastación espiritual y religiosa - Alfa y Omega

El informe Sauvé ha provocado un tsunami. Este es el término que usan algunas víctimas para explicar el impacto que los abusos sexuales han causado en sus vidas. Y no es para menos. Sobre todo, porque uno de los efectos más devastadores del trauma es el que afecta a su vida espiritual y religiosa.

Poco se habla de esta cuestión que es, sin lugar a dudas, el elemento más específico de los abusos sexuales perpetrados en contextos religiosos. Las personas que ejercen ministerios pastorales, ya sean ordenados, consagrados o laicos, representan a Dios y son mediaciones que destilan lo religioso. No es tan difícil imaginar el trauma por traición de la confianza espiritual que se provoca cuando la persona que por razón de su ministerio está llamada a cuidar, y a hacerlo por un mandato religioso, no solo descuida, sino que inflige daño.

Sumemos a eso el hecho de que los agresores recurren, en muchas ocasiones, a argumentos de naturaleza religiosa para reforzar su poder y sellar la boca de sus víctimas. Aquellas personas que acudan al informe Sauvé no dejen de leer el testimonio de las víctimas. El relato de su memoria traumática da la medida de su devastación espiritual y religiosa. Es esa devastación la que ha llevado a muchas víctimas a alejarse de la Iglesia, de los sacramentos o de Dios.

Es falso que las víctimas odien a la Iglesia. Cualquier terapeuta experto en trauma nos explicaría que las víctimas desarrollan un sentimiento de protección frente al impacto victimal sufrido. Desvincularse es protegerse. La cuestión es que, en ese proceso de desvinculación, tan sanador como necesario para evitar la reexperimentación de lo sufrido, faltan manos tendidas que acompañen un proceso de recuperación y reparación que mitigue el daño que el cuerpo y el alma de las víctimas, así como su imagen de Dios, sufren en los procesos de victimización por abusos sexuales perpetrados en el seno de nuestra Iglesia.