Desde el Movimiento Laudato Si ven luces y sombras en desenlace de la COP27
La creación de un fondo para ayudar a los países pobres a hacer frente a los desastres ambientales era una prioridad para la Iglesia. Pero un miembro de la delegación católica en Egipto lamenta el bloqueo de 20 países a la descarbonización
El mayor logro de la Cumbre del Clima COP27 coincide con una de las prioridades que había marcado la Iglesia católica. El domingo por la mañana, día y medio después del final previsto para el encuentro de Sharm el Sheij (Egipto), los participantes acordaron «establecer nuevos acuerdos de financiación para ayudar a los países en desarrollo que son particularmente vulnerables» a los impactos del cambio climático.
Casi 200 naciones acordaron crear un fondo bajo la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático, que ayude a las naciones menos desarrolladas a hacer frente a fenómenos como inundaciones o sequías fruto del cambio climático. Para la Iglesia, además, es importante que se trate de «recursos nuevos y adicionales», apunta Eduardo Agosta, fraile carmelita y miembro de la delegación del Movimiento Laudato Si en Egipto. Es decir, que para hacer estas aportaciones no se reduzcan otras a favor de los países en desarrollo.
De hecho, el documento final reconoce la necesidad «de una amplia variedad de fuentes» de financiación para cubrir este fondo, «incluyendo fuentes innovadoras». Agosta explica que la Unión Europa propuso «que las contribuciones de las compañías petroleras y de gas, así como las tasas sobre los billetes de avión y los contenedores de transporte, se destinen» a este fin. Un comité transitorio preparará la creación del fondo durante el próximo año.
Protagonismo de los estados insulares
Este logro se debe en buena medida a la implicación de los estados insulares, que según EFE estuvieron especialmente involucrados en el diálogo. El enviado especial de la primera ministra de Barbados, Avinash Persaud, calificó la creación del fondo como «una victoria para la humanidad». Valoró el «fuerte liderazgo de la alianza de pequeños estados insulares» y agradeció el «sorprendente grado de solidaridad mostrado por el resto del mundo».
Para Agosta, otro aspecto positivo «no menor» de la cumbre fue «el lanzamiento de un nuevo programa de trabajo que incluye una reunión anual de ministros para discutir la transición justa a energías alternativas». Esto proporcionará un foro en el que proseguir las conversaciones ya en curso sobre los combustibles fósiles.
«Copia y pega» de la COP26
El punto de los combustibles fósiles es en el que la COP27 se ha estancado, afirma el fraile carmelita, climatólogo e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), de Argentina. A pesar de lo prolongado de las negociaciones, en lo relativo a este tema «el documento final terminó siendo un copia y pega» del de la COP26, de Glasgow. Simplemente se habla de reducir gradualmente el uso de carbón para la producción de electricidad en centrales con emisiones no disminuidas y de «eliminar los subsidios ineficientes al petróleo».
Agosta critica que estas dos expresiones no están definidas, «y se prestan a abusos por parte de la industria de los combustibles fósiles y de los países productores». Igual que en ediciones anteriores, hay «lagunas e imprecisiones que dejan lugar a cualquier interpretación».
El religioso subraya además que fue «una veintena de países con fuertes intereses petroleros» los que «hasta el último momento coparon la discusión» para intentar rebajar el contenido del documento. Frente a ellos, «más de 80 pusieron de manifiesto oficialmente la necesidad de poner fin a la era de los combustibles fósiles». No fue suficiente. Pero, apunta, «esta masa crítica ya es ineludible». Y recuerda asimismo que «la Iglesia entiende que la mitiación del cambio climático pasa indefectiblemente por la eliminación de los combustibles fósiles».
Del 0,3 % al 43 %
Durante la COP27, se ha reconocido que para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 1,5º C respecto a los niveles preindustriales, para 2030 es necesaro reducir las emisiones en un 43 % respecto a 2019. Pero los actuales compromisos de descarbonización solo suponen un recorte del 0,3 %. Por eso se insta a los estados a actualizarlos antes de 2023.
También la Unión Europea se ha mostrado defraudada con este resultado, según EFE. «La UE vino aquí para conseguir un lenguaje fuerte», declaró el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans. «Para hacer frente al cambio climático es necesario que todos los flujos financieros apoyen la transición hacia la baja emisión de carbono». Lamentó además que los limitados avances de la COP de Glasgow han perdido «mucha velocidad» a causa de la crisis energética que ha causado la guerra en Ucrania.
En cuanto a la adaptación al calentamiento global, recoge Vatican News, el documento aboga por aumentar las aportaciones económicas y estudiar la posibilidad de duplicarlas. Mientras que en Glasgow se habló directamente de duplicarlas. La COP27 considera que para alcanzar las emisiones netas cero en el 2050, es necesario invertir hasta el 2030 cuatro billones de dólares al año en energías renovables y entre cuatro y seis billones adicionales en la economía de bajas emisiones.
El documento señala asiismo «con gran preocupación» que aún no se ha creado el fondo de cien billones anuales a partir del 2020 previsto en el Acuerdo de París para ayudar a los países menos desarrollados en su adaptación. Según las previsiones, esto no ocurrirá hasta el 2023.