Descontento y división en Francia... y en España - Alfa y Omega

Descontento y división en Francia... y en España

Las reglas no serán más que papel mojado si los partidos siguen inmersos en luchas estériles y se acallan los debates de fondo

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Emmanuel Macron fue reelegido presidente de Francia el pasado domingo con el 58,5 % de votos, frente al 41,5 % de Marine Le Pen, quien mejora notablemente los resultados de la segunda vuelta de 2017 y los de su padre, Jean-Marie Le Pen, contra Jacques Chirac en 2002. 13,6 millones de votantes se quedaron en sus casas, lo que supone la mayor tasa de abstención de los últimos 50 años –28,8 %–, y hubo más de 2,2 millones de votos en blanco y casi 800.000 nulos. Antes de analizar dónde estará el país en la próxima cita electoral, si el inquilino del Elíseo será capaz de levantar un partido que le sobreviva o si el populismo ha tocado techo, quedan patentes el descontento ciudadano y la fuerte división social.

Como subrayó el cardenal Juan José Omella en la apertura de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal el pasado lunes, esta desconfianza hacia las instituciones y los partidos políticos «recorre como un fantasma todo el mundo occidental» y también aparece el hartazgo ante «la incapacidad de colaboración para promover el bien común». Por ello, advirtió el presidente del episcopado, «existe el riesgo de que la convicción de que la democracia es el mejor sistema político posible, se diluya».

Hoy de nuevo hay que reivindicar las reglas de juego que nos dimos juntos no como «un dogma» o «un texto inamovible» –en palabras del también arzobispo de Barcelona–, sino porque han permitido «una convivencia en libertad». Pero estas no serán más que papel mojado si los partidos siguen inmersos en luchas estériles y los medios de comunicación les siguen el juego; si se acallan los debates de fondo, o si se persigue la libertad de conciencia. La sociedad civil, incluidos los católicos, tenemos que dar también un paso al frente. Solo «si nos hacemos cargo de las llagas del prójimo y en ellas derramamos misericordia», en expresión del Papa en el II domingo de Pascua, renacerá la «esperanza».