Desatar, un programa para liberar a los mayores de las sujeciones
Miles de ancianos se han visto liberados de las correas que los tenían inmovilizados a una silla o una cama. «Las sujeciones tienen un efecto psicológico y físico demoledor sobre ellos», denuncia el responsable de Desatar
«Las sujeciones físicas en los mayores y en los enfermos de Alzheimer y otras demencias tienen un impacto brutal, y deterioran mucho su calidad de vida», asegura el doctor Antonio Burgueño, director de Desatar, el programa con el que la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA) está promoviendo un cambio en la mentalidad con la que profesionales y familiares tratan a los ancianos.
Desatar nació en el año 2003 cuando el doctor Burgueño conoció los datos que comparan cuál es el índice de sujeciones en los países más desarrollados: «Me encontré con que España es el país con más sujeciones físicas por persona mayor, y comencé a preguntarme por qué», afirma.
Poco después se puso en contacto con CEOMA para crear un programa gracias al cual son ya miles de mayores y de enfermos que se han visto liberados de correas y ataduras.
«En general, a los mayores se los ata porque se piensa que así se evitan caídas. Pero esta forma de protección causa más daños que beneficios», señala Burgueño, pues «es un modo de destruirles poco a poco. Inmovilizando a estas personas se provoca una pérdida considerable de sus capacidades físicas y metales, y está comprobado que acaban muriendo de manera anticipada».
El responsable de Desatar incide en que estas personas «luchan por liberarse durante un tiempo hasta que tiran la toalla, se resignan y desconectan de la vida. Las sujeciones tienen un efecto psicológico demoledor, y también físico».
El doctor Burgueño atribuye este fenómeno a que «en España si llega una persona con bata blanca que te dice que tienes que hacer algo, lo haces. El criterio del médico, que es el que debe prescribir la sujeción, sigue teniendo mucho peso y no se cuestiona».
Cuando a una persona mayor se le retiran las correas que lo mantenían inmovilizado a una butaca o a una cama, «experimenta una notable mejora conductual y de estado de ánimo», afirma Antonio Burgueño. Además, «necesita menos fármacos», asegura el doctor, que ha visto cómo «su calidad de vida aumenta tanto que he visto personas atadas que han terminado bailando junto a sus compañeros de la residencia. A veces la mejora es espectacular».
Junto a ello, los profesionales que apuestan por este sistema «tienen un desarrollo personal y profesional inmenso, que no tenían previsto, y terminan más satisfechos con su trabajo». Y lo mismo pueden decir las familias de los ancianos, «que comprueban en cada visita que la situación de su familiar ha mejorado».
Detrás también hay otros intereses, como la conveniencia de algunos centros «que ahorran recursos y personal», pues «buscar una solución diferente cuesta más trabajo», lo que al final contribuye a que «se abusa de esta medida».
Como alternativa, Desatar propone «no usar sujeciones, simplemente. Se trata de tener tolerancia cero y buscar otras vías». En los centros en los que este modelo se ha implementado, eso se traduce «en igual o menor incidencia de caídas, y consecuencias menos graves cuando ocurren. Es algo impresionante».
Por todo ello, el médico defiende que «permitir que estas personas se muevan es una apuesta por su calidad de vida. Los centros deben transformarse, promoviendo la seguridad física pasiva para que los mayores se puedan mover, y eso pasa por ofrecer a los profesionales una buena formación. Al cabo de unos meses consiguen trabajar sin recurrir a las sujeciones».
De momento, hay ya 60 centros libres de ellas que llevan trabajando así más de cinco años, «lo que demuestra que es una alternativa duradera», señala el doctor.