¿De qué diócesis dependerá la nueva ciudad extremeña?
Los obispos de Extremadura se reunieron el 4 de marzo para trabajar en esta cuestión. «Jurídicamente no es fácil», aseguran
La fusión de los municipios extremeños de Don Benito y Villanueva de la Serena, aprobada en referéndum el pasado 20 de febrero, se trata de la tercera que ha vivido España en su historia reciente y la de mayor envergadura hasta la fecha. De ella saldrá una nueva ciudad, que todavía no tienen nombre, pero que será la tercera localidad más poblada de Extremadura –tendrá unos 63.000 vecinos–, solo por detrás de Badajoz y Cáceres y desbancando a Mérida de esa posición. La fecha límite para concluir el proceso de integración es 2027, cuando participarán en las elecciones municipales ya como una única localidad. Un lustro de margen por la complejidad de una fusión que también tendrá consecuencias en el ámbito religioso. «La cuestión es que Villanueva de la Serena pertenece a la archidiócesis de Mérida-Badajoz y Don Benito se encuentra dentro del límite territorial de la diócesis de Plasencia», explica Francisco Maya, vicario general de Mérida-Badajoz.
¿De quién dependerá eclesialmente la nueva ciudad? Responder a esa cuestión no es una tarea fácil, porque no hay muchos precedentes, pero ya se han dado los primeros pasos para solucionarlo. El sábado 4 de marzo el Obispado de Plasencia acogió una reunión en la que se empezó a dialogar sobre el tema, aunque también se abordaron otras cuestiones, como la decisión de sumarse al toque de campanas propuesto por la plataforma Extremadura Vaciada «como llamada al compromiso de la Iglesia extremeña con el desarrollo de nuestra tierra». En el encuentro participaron todos los obispos de la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz, así como sus vicarios generales. «El ambiente fue de mucho entendimiento, de mucha comunión y de mucho diálogo. Lo que se quiere es buscar lo mejor, pastoralmente, para esa ciudad», revela Maya.
En este sentido, antes de abordar los pormenores jurídicos, «se decidió afrontar el tema de forma sinodal y quedamos, en primer lugar, en que cada diócesis escucharía a su propio equipo de sacerdotes y agentes de pastoral para conocer su opinión al respecto», asegura el vicario. La idea es que esta reunión se realice antes de las vacaciones de verano. Posteriormente, los obispos decidieron programar un segundo encuentro para antes de que empiece el próximo curso en el que participen, de forma conjunta, todos los curas implicados. Y, a partir de septiembre, quieren seguir avanzando en el proceso en ambos consejos presbiterales. «Deseamos ir dando pasos en todo lo que significa encuentro, conocimiento y coordinación de acciones pastorales».
Los obispos han sido los primeros en arrimar el hombro. En la cita del 4 de marzo, los prelados redistribuyeron las distintas acciones de pastoral de ambos municipios. De esta forma, a partir de ahora Celso Morga, arzobispo de Mérida-Badajoz, se encargará del patrimonio, de la catequesis y de las hermandades y cofradías; Jesús Pulido, recién nombrado obispo de Coria-Cáceres, hará lo propio con el tema de la enseñanza, los medios de comunicación, juventud y pastoral penitenciaria, y el administrador apostólico de Plasencia, Ciriaco Benavente, tiene encomendada la acción sociocaritativa del enclave y la pastoral de la salud.
En paralelo a la situación civil
Al igual que en el proceso civil, el camino de la fusión eclesial también se quiere recorrer sin precipitación «porque jurídicamente no es fácil», confirma Maya. «Tenemos que ir viendo las distintas posibilidades», incluida la de no fusionarse en el ámbito religioso, sino «trabajar pastoralmente de forma coordinada, pero manteniendo la misma situación que hay en este momento». A la luz del Concilio Vaticano II esta última opción no parece lo más probable. Aunque hay excepciones –en la misma Extremadura se encuentra situado el santuario de Guadalupe, que pertenece a la diócesis de Toledo, o en Galicia, donde la zona de Valdeorras pertenece a la diócesis de Astorga–, en el Concilio «se pidió que las diócesis se adecuaran en la medida de lo posible a la situación civil».
En cualquier caso, para el vicario general de Mérida-Badajoz «no cabe ninguna duda de que, una vez que se ha aprobado la fusión por referéndum, la Iglesia tiene que colaborar para crear ese sentimiento de pertenencia a un único pueblo y evitar posibles enfrentamientos, divisiones o resistencias que pueda haber en todo este proceso», concluye Francisco Maya. «La Iglesia no debe generar ningún tipo de divisiones sino todo lo contrario, favorecer la unidad, y en eso ya estamos trabajando».
Uno de los motivos argüidos para la fusión es que esta facilitaría el acceso a recursos y oportunidades a las que no pueden optar por separado, lo que vuelve a poner sobre la mesa la situación de la España vaciada. «Es un tema que preocupa a la Iglesia», explica Eugenio Campanario, cura y portavoz de Extremadura Vaciada –plataforma que propuso el toque de campanas para el 31 de marzo a las 12:00 horas–. También a la CEE, que impulsó hace un año la Mesa del Mundo Rural, desde la que «hemos favorecido un diálogo entre las distintas entidades del sector», explica el obispo auxiliar de Madrid José Cobo. Una de ellas, el Ayuntamiento de Paredes de Nava, cuyo alcalde pertenece a la mesa. «Gracias a su sensibilidad en el tema fueron preparando una serie de recursos habitacionales que ahora han servido para la acogida de refugiados ucranianos», afirma Cobo.