De la Biblia en norcoreano al formato Minecraft
La Biblia es el libro más traducido de la historia. Hoy puede leerse total o parcialmente en 3.350 lenguas, de las cuales más de 1.600 están representadas en la exposición La Biblia. Un viaje por las lenguas del mundo, hasta el 1 de septiembre en CaixaForum Madrid
El idioma yagán es el idioma de un pueblo amerindio nómada del sur de Chile y Argentina. Se considera una lengua aislada y cercana a la extinción, ya que actualmente solo tiene una hablante conocida, Cristina Calderón, de 91 años, que vive en el poblado chileno de Villa Ukika. «Fíjense si tengo volúmenes de lenguas aisladas, que en la colección hay un Nuevo Testamento en yagán». El andorrano Pere Roquet, banquero de profesión –jubilado hace 21 años– y coleccionista de Biblias, Antiguos y Nuevos Testamentos, ha logrado reunir, desde 1995, 1.600 ejemplares cada uno en una lengua distinta. Esta colección, fruto de 25 años de «ilusión y constancia, y muchos viajes», se puede ver en el CaixaForum Madrid hasta el 1 de septiembre, organizada por la Obra Social la Caixa con la colaboración del Gobierno de Andorra y el arciprestazgo andorrano.
Todo comenzó en el poblado de Lokori, en el norte de Kenia. Era 1995, y el banquero y su mujer trabajaban como voluntarios en el país africano con los combonianos. «Un misionero italiano, el padre Franco Moretti, me regaló el Nuevo Testamento en lengua turkana, una lengua nilótica oriental hablada por casi un millón de personas. Ahí empezó esta colección», asegura el octogenario. Su objetivo primigenio era «hacer colección de Biblias en diferentes lenguas», pero después se fue tornando en motivación religiosa. «Quería que la gente viera hasta dónde llega el trabajo de la Iglesia de difundir la Palabra de Dios, hasta los lugares más remotos que se puedan imaginar», afirma. «De lo que me he dado cuenta en estos 25 años recopilando estos volúmenes es que allá donde hay hombres, hay Iglesia. Muchas son peticiones de la gente, pero los misioneros siempre están detrás, con esa gran labor de inculturación que realizan los cristianos allí donde van».
En la muestra, cedida por Roquet al Arciprestazgo de Andorra, hay centenares de rarezas. Por ejemplo, dos ejemplares en manés, lengua celta hablada en la isla de Man, en el mar de Irlanda. Su último hablante nativo falleció en 1974, aunque, en los últimos años, los maneses se están esforzando en revivir la lengua en escuelas y actividades culturales. También se puede encontrar una Biblia en itelmen –idioma de la península rusa de Kamchatka–, en esperanto o en niuano, lengua polinesia hablada por alrededor de 8.000 personas de la isla de Niue y alrededores (Islas Cook, Nueva Zelanda y Tonga). O un ejemplar de la Septuaginta o Biblia de los Setenta, la traducción al griego que fue usada más tarde por los primeros cristianos. «Del país que más Biblias tengo es de Papúa Nueva Guinea: 220 lenguas, aunque el país tiene como 800 en total, así que no llego ni a la mitad».
Biblias clandestinas
El régimen norcoreano impone el ateísmo, y poseer la Biblia conlleva hasta penas de muerte. Sin embargo, algunos ejemplares –sin título en la portada, claro–, consiguen entrar en el país desde Corea del Sur atados en globos con dispositivos GPS. Uno de estos ejemplares está en la colección de Roquet, expuesto además al público en una vitrina, como uno de los grandes atractivos de la muestra. «Lo de Corea del Norte es espectacular, pero hay otras cosas curiosas. Como por ejemplo el caso de Indonesia, país con mayor población musulmana del mundo, donde hay 48 traducciones diferentes de la Biblia. O la India, país del que tenemos 143 traducciones», explica el andorrano. Insólito también es el caso ruso, «donde hubo un ateísmo militante durante 75 años, pero de donde me han llegado ya Biblias en 89 lenguas diferentes».
Otro caso es el de Bután, en el sur de Asia, considerado «el país más feliz del mundo», pero donde hasta 2008 estaba prohibida la práctica de cualquier religión que no fuese el budismo o el hinduismo. Aunque la nueva Constitución empezó a respetar la libertad religiosa, sigue abierta la polémica en torno a los límites de la práctica cristiana, profesada por un 2 % de la población. Roquet consiguió el ejemplar en dzongkha, idioma oficial del país, gracias a un misionero que viajó a Bután desde Singapur.
La colección finaliza con algunos ejemplares que muestran los esfuerzos por adaptarse a los nuevos lenguajes. En 1989, la compañía estadounidense Franklin editó varias versiones de la Biblia en formato electrónico, de la que también se puede ver un ejemplar en la muestra. Como curiosidad, años más tarde, el cantante Johnny Cash puso voz a los versículos. Una Biblia formato manga japonés, destinada a los jóvenes, o una guía del Antiguo y Nuevo Testamento ilustrada según la estética del videojuego Minecraft completan la exposición.