De condenado a muerte a defensor de los Derechos Humanos
Con motivo de la 21 edición de la Jornada Ciudades por la Vida contra la Pena de Muerte organizada por Sant’Egidio y Amnistía Internacional, Mario Flores ha contado su testimonio al haber sido preso injustamente durante 20 años
Como cada 30 de noviembre, la comunidad de Sant’Egidio y Amnistía Internacional han celebrado la 21 edición de la Jornada Ciudades por la Vida contra la Pena de Muerte, que este año ha contado con la participación de más de 2.300 ciudades en todo mundo, 30 de ellas en España. Convocada desde 2002, se trata de la mayor movilización contemporánea en el mundo para luchar contra la pena de muerte.
Entre los actos que se han celebrado en Madrid se encuentra la historia de Mario Flores, excondenado a muerte en Estados Unidos durante 20 años siendo inocente, que ha compartido este viernes su testimonio ante jóvenes y adultos. En una celda de apenas unos metros cuadrados, donde pasaba 23 horas al día, Mario ha explicado que encontró una libertad que nunca había experimentado. «Era un joven enfocado en el éxito personal, ni siquiera pensaba en temas como la justicia o el propósito de mi vida», ha confesado en su intervención. Sin embargo, la soledad y el peso de una sentencia injusta lo llevaron a hacer un importante viaje interior que cambiaría su vida ya que, inspirado por historias bíblicas como la de José el soñador, quien también sufrió una condena injusta, y por la fortaleza de figuras como Moisés y Juan el Bautista, encontró en la fe una brújula para resistir y transformar su realidad.
Antes de terminar en prisión, Mario era una promesa del deporte. Con 18 años ya era un clavadista profesional con proyección olímpica y ofertas de prestigiosas universidades estadounidenses, pero todo se truncó cuando fue acusado del asesinato de un pandillero en una guerra entre bandas. La única evidencia en su contra fueron las declaraciones de antiguos amigos que buscaban salvarse. «El sistema judicial falló», ha asegurado. «Los más pobres o quienes pertenecen a minorías, como los migrantes latinos y afroamericanos, tienen muchas menos posibilidades de defenderse».
Su caso no era una excepción. En el corredor de la muerte, Mario descubrió que gran parte de sus compañeros compartían historias similares: sentencias basadas en pruebas circunstanciales o en un sistema judicial lleno de fallos. «En menos de media hora, un jurado determinó que mi vida no valía nada y me mandaron a una prisión de máxima seguridad siendo inocente. Te dan una Biblia y te dicen que entregues tu alma, porque de aquí no hay salida». Después de dos décadas de lucha, Mario logró demostrar su inocencia y salir en libertad. Desde entonces, ha trabajado como abogado para liberar a otros presos del corredor de la muerte, logrando demostrar la inocencia de, al menos, 13 personas.
«La pena de muerte no solo viola el derecho a la vida, sino que también elimina toda posibilidad de demostrar la inocencia», ha sentenciado Mario durante su conferencia. «El final no está escrito. Llenen el mundo de bien, saquen su mejor versión y ayuden a los demás a hacer lo mismo. Así podrán hacer posible lo imposible», ha recalcado dirigiéndose especialmente a los jóvenes.