Cuna del primer libro impreso en España
La iglesia de Aguilafuente, en Segovia, acogió en 1472 un sínodo cuyas actas se imprimieron en el taller de Juan Párix, que llegó de Italia a España de la mano del obispo Arias Dávila
Aguilafuente está situada en el centro de la provincia de Segovia, en Tierra de Pinares. Después de la toma de Toledo a los árabes por Alfonso VI en el año 1085, los habitantes castellanos del norte del Duero bajaron a repoblar estas tierras, fundando esta villa allá por el año 1090, en torno a la iglesia de san Juan Bautista. «Las buenas condiciones ganaderas —había abundancia de fuentes, prados y pinares—, así como las exenciones fiscales de los reyes para potenciar los asentamientos, hicieron crecer esta población, quedando pequeña la parroquia», explica Juan Jesús Díez, cronista oficial de la villa. Surgió así Nuestra Señora de la Antigua, que cambió varias veces de nombre y hoy se conoce como de Santa María o Nuestra Señora de la Asunción.
La que es la única iglesia parroquial en la actualidad data aproximadamente del 1154. Se realizó dentro del estilo arquitectónico imperante en la época, el románico, «pero se hacen notar las influencias mudéjares por el uso del ladrillo, motivado por la falta de piedra en la zona y la actividad de albañiles árabes de las aljamas cercanas», asegura Díez.
En 1341 el cabildo pasó a ejercer su jurisdicción sobre la localidad y en ella pernoctaron nobles y reyes, ya que era lugar de paso en el camino de Segovia a Valladolid. «Aunque el periodo más notable fue el último tercio del siglo XVI, en especial a partir de la celebración del sínodo convocado por el obispo Arias Dávila», como asegura Fermín de los Reyes Gómez, profesor de Ciencias de la Documentación en la Universidad Complutense de Madrid y experto en Aguilafuente. Un obispo reformista, renacentista, que convocó esta reunión del 1 al 10 de junio de 1472 y en la que participaron también laicos. En este sínodo se reformaron las costumbres y la liturgia de la Iglesia segoviana, y sus actas dieron origen al primer libro impreso de España, el Sinodal de Aguilafuente, que actualmente se conserva en la catedral de Segovia. Arias Dávila «mandó llamar a un impresor alemán, Juan Párix, que había trabajado en Italia, y se vino a la ciudad a poner en marcha su taller, el primero en el país», explica De los Reyes.
Como datos curiosos que se reflejan en este volumen, «está escrito que los religiosos debían aprender latín; también se habla de la honestidad de los clérigos en el vestir, se pide que no vayan con ropas lujosas o joyas, y que no lleven armas», explica el profesor. «Una anécdota es que se especifica que las vestimentas de los sacerdotes fueran largas, y se habla del divorcio como tal; en el sinodal la Iglesia diocesana obliga a que quienes iban a los escribanos a separarse lo comunicasen a la diócesis, porque la gente iba a escondidas». También se prohíben los estrados en los templos; todos los asistentes debían estar a la misma altura. Otra curiosidad es que el libro está hecho a renglón seguido, «pero hay dos fragmentos en los que aparecen dos columnas pequeñas, donde están citados los representantes de Fuentidueña y Pedraza. El motivo es que no querían estar uno detrás del otro».
En la catedral también se conservan dos textos manuscritos del sinodal, uno de ellos —con huellas visibles— es el primer original que se mandó a imprenta. Aguilafuente, orgullosa de esta historia, rememora cada primer fin de semana de agosto desde hace 25 años la celebración de este sínodo con obras de teatro relacionadas con la imprenta y con el encuentro eclesial.