Cultura y/o espectáculo - Alfa y Omega

Aristóteles precisa que el espectáculo «exige gastos». Cuando repetimos que el teatro es cultura (y la cultura es segura) omitimos que es también (sobre todo, quizá) entretenimiento; es decir, un oficio al que se entregan miles de personas que aplican técnicas para elaborar unos productos que otros decidimos consumir o no. A priori, no es mejor ni peor Sigfrido que Luisa Fernanda, Moncho Borrajo que Juan Mayorga, el Teatro Marquina que el Valle-Inclán. Todos son ejemplos de excelencia que aspiran a llegar al mayor público con respeto y profesionalidad.

La cultura teatral no muere porque se reduzcan los aforos, pues su naturaleza es vivir en permanente crisis y transformación. Lo que se ha deteriorado es la industria teatral. En España, solo los trabajadores de los centros públicos de producción (administrativos, técnicos, artistas, etc.) tienen el sueldo asegurado según sean contratados laborales fijos o intermitentes. No dependen de los ingresos de taquilla para subsistir, sino de los presupuestos nacionales, comunitarios o locales. Pero son una minoría. La gran mayoría son autónomos o compatibilizan el teatro con otros trabajos. La disminución de los ingresos de taquilla por la reducción de localidades hábiles o la supresión de representaciones, les genera la misma angustia que pueda tener un taxista sin viajeros o un tabernero cuya barra esté vacía. El teatro es igual: actores, autores, diseñadores, técnicos, gerentes, acomodadores, gestores… El suyo es un trabajo como otro cualquiera o quizás peor: inseguro, frágil. Hermoso, sin duda, pero también volátil.

No es de extrañar que algunos teatros, como el Kamikaze Pavón, hayan tenido que cerrar (aunque en su caso no sea solo por la pandemia sino por un complejo modelo de gestión), o que los musicales estén en letargo. Dudo que la mitad de los espectáculos madrileños estén amortizando gastos con la taquilla. Diría que casi todos los profesionales de las salas de pequeño formato, e incluso medio, están trabajando por amor al arte, y que las compañías privadas invitadas a teatros públicos están revisando los porcentajes de colaboración. Si 2021 es como 2020, no solo cerrarán más teatros sino que muchos profesionales cambiarán de oficio. Hablamos poco de dinero, pero ya dijo Aristóteles que es indispensable para que haya espectáculo.