Hoy les presento al padre James Mate, misionero de la Consolata, de Kenia. Ya lleva seis años compartiendo su vida en Mongolia, donando su vida y dando testimonio del Evangelio. Él nos escribe: «Antes de llegar a Mongolia había oído hablar de las fiestas de verano en este país, pero estar físicamente presente en la tierra da una impresión más práctica. Ahora, después de un tiempo desde que puse un pie en esta tierra de cielo azul, cada día es un día que aprendo algo nuevo. El festival nacional del Naadam tiene lugar todos los años, entre el 11 y el 13 de julio, en toda Mongolia. Desde 2010 es patrimonio cultural inmaterial de la humanidad y se centra en tres deportes tradicionales: la carrera de caballos, la lucha y el tiro al arco. El Naadam está íntimamente vinculado al modo de vida nómada de los mongoles, dedicados desde mucho tiempo atrás al pastoreo de ganado en las vastas estepas del Asia central. También ocupan un lugar destacado en el Naadam las tradiciones orales, las artes escénicas, la preparación de platos nacionales, la artesanía y otras expresiones culturales como el canto difónico khöömei, la danza bie biyelgee y un uso del violín denominado morin khuur. En honor de los competidores en las pruebas se entonan plegarias rituales y se recitan poemas. Al alentar y autorizar a todas las personas a tomar parte en el Naadam, se fomenta la participación y convivencia de la comunidad. Por otra parte, sus rituales y costumbres hacen hincapié en el respeto de la naturaleza y del medio ambiente. Mientras caminábamos nos topamos con un ger, la casa tradicional, con la puerta abierta de par en par. Entramos al interior, donde nos recibieron calurosamente y nos sirvieron varios platos mongoles. También había otras personas entrando, comiendo y saliendo. Fue una gran sorpresa, porque en otras partes del mundo es muy raro encontrar una casa donde simplemente uno entra y es atendido como un invitado especial. Esto me hizo pensar en el libro del Génesis, cuando Abraham recibió a tres invitados desconocidos que resultaron ser Dios. Esto muestra cómo Dios bendice nuestra generosidad y apertura de corazón. Estoy seguro de que Él está recompensando a los mongoles por vivir valores que muchos de ellos ni siquiera saben que son valores del Evangelio. En el Nuevo Testamento Jesucristo visitó y recibió personas de todos los ámbitos de la vida y nos propone hacer lo mismo. Esta experiencia es una invitación a seguir prestando especial atención a la cultura local y a sus valores, que nos pueden ayudar mucho a todos nosotros a llevar el Evangelio a los corazones de la gente a nuestro alrededor».