Cuatro nuevos mártires «para ayudarnos a llevar las cruces de hoy»
La Hermandad de Sacerdotes Operarios fundada por el beato Manuel Domingo y Sol cuenta con 30 mártires de la persecución religiosa desatada en España el siglo pasado, de los cuales los cuatro que quedaban por beatificar subirán a los altares este sábado en Tortosa.
Son Francisco Sojo, Millán Garde, Manuel Galcerá y Aquilino Pastor, formadores de seminaristas en Ciudad Real, León y Baeza, «muchos de los cuales luego fueron sacerdotes mártires en esos años», explica Carlos Comendador, postulador general de su causa de canonización. De hecho, dos de ellos —Galcerá y Garde— ya habían trabajado en seminarios de México hasta que tuvieron que salir del país por la persecución que se desató en la segunda década del siglo XX. «Salieron del martirio allí para encontrarlo aquí», señala su postulador.
La posibilidad de entregar la vida estaba en el horizonte de todos. En julio de 1936, la gran mayoría de esos 30 sacerdotes participó en unos ejercicios espirituales en los que el entonces director de la hermandad afirmó: «Aquí se trabaja mucho, y estoy contento. Solo nos falta sangre de martirio. Hacen falta sacerdotes operarios mártires».
La prueba llegó, para los cuatro que serán beatificados este sábado, cuando estalló la guerra. Los seminaristas estaban de vacaciones en sus casas, pero «ellos decidieron permanecer en los seminarios. No huyeron», señala Carlos Comendador.
Su testimonio «nos puede ayudar a llevar nuestras cruces y nuestros pequeños martirios de cada día». Y también nos hacen pensar «en tantos cristianos perseguidos que sigue habiendo hoy en el mundo».