Cuando un misionero del IEME llega a Zimbabue, «estamos dispuestos a todo» - Alfa y Omega

Cuando un misionero del IEME llega a Zimbabue, «estamos dispuestos a todo»

El Instituto Español de Misiones Extranjeras cumple 75 años de presencia en el país. Cinco de sus sacerdotes han dado la vida allí

Rodrigo Moreno Quicios
Misioneros del IEME en Zimbabue
Misioneros del IEME en Zimbabue. Foto: Instituto Español de Misiones Extranjeras.

«Cuando vamos a un país estamos dispuestos a todo y nuestros sacerdotes dicen: “si caigo aquí, aquí me quedo”». Es el resumen que hace Tarsicio Antón, secretario general del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME) cuando charla con Alfa y Omega sobre los recientemente cumplidos 75 años en Zimbabue. Una larga presencia a la que cinco curas diocesanos de esta entidad entregaron su vida hasta el final.

Explicando en qué consiste su vocación, el secretario general recalca que «una de las tareas del misionero es motivar a que las comunidades sean misioneras» y ellas mismas, tras desarrollar vocaciones, sirvan a su territorio y el exterior. Así que, más que un destino permanente, viajan adonde son necesarios para iniciar proyectos pero «nunca les dicen que se van a quedar allí». Su propio caso es un ejemplo, pues ha vivido 30 años entre Cuba y Nicaragua, pero lleva el último año y medio en España.

Lejos de que estos misioneros desarrollen una labor paternalista en Zimbabue, Tarsicio Antón explica que «al frente de las parroquias están los curas locales y nosotros estamos donde no llegan». El protagonismo absoluto es de los fieles, pues «hemos promovido mucho las vocaciones laicales y formando catequistas», que suponen allí una figura con mucho más peso que en España y «son los líderes de las comunidades».

Y detalla una de las maneras de trabajar del IEME, que lleva en el país desde 1949. «Se iban creando misiones en territorios muy poco poblados, después iba llegando gente expulsada de otras partes y se hacía alguna pequeña infraestructura». Por ejemplo, «muy pronto con la misión se creaba una escuelita».

«Observar, ver, oír y callar»

Luis Carlos Rilova, sacerdote miembro del Instituto Español de Misiones Extranjeras y quien fue enviado a Zimbabue en 2007, explica que la labor de un misionero no consiste tanto —como piensa mucha gente— en «hacer una cosa y ayudar» sino en «observar, ver, oír y callar». «Lo primero que hacemos es el aprendizaje de las lenguas, para saber lo que piensa y vive la gente hay que hablar su idioma». Así, todos los misioneros desplegados allí «conocemos dos o tres lenguas locales».

Este sacerdote burgalés cuenta que, cuando el IEME se estableció en Zimbabue, la zona en la que estaba era una «prefectura apostólica que Roma confió a los obispos españoles». «Era una zona inmensa donde no había ningún sacerdote nativo» y, como mucho, «había 400 primeros cristianos». Sin embargo, gracias a la labor de estos curas, en 1963 se erigió allí la diócesis de Hwange de la que su primer obispo, Ignacio Prieto, pertenecía también al IEME. Después creció tanto que en 1991 se dividió en dos para una mejor organización. Actualmente, del millón de habitantes que vive en la zona, unos 100.000 son católicos.

Y de no haber ningún cura local en 1949, ahora hay unos 80. «Eso quiere decir que el clero local ya ha tomado el relevo», aclara Rilova. De hecho, «una de las cosas que estamos planteando en la diócesis de Hwange y a su Conferencia Episcopal es hacer cierta suerte de IEME local». Así, los sacerdotes de las ocho diócesis de Zimbabue serían animados también a «ser enviados a otros lugares del planeta». «El Evangelio siempre nos quiere en salida, buscando nuevos campos y horizontes», señala este sacerdote burgalés, quien celebra que algunos clérigos del país ya están sirviendo en Kenia, Roma, Irlanda y la isla de Tenerife.