Tigray (Etiopía): cuando tienes que huir seis veces en medio año

El conflicto en Tigray, en el norte de Etiopía, ha generado una situación «desesperada», ha denunciado la ONU recientemente. Aunque las fuerzas gubernamentales tomaron a finales de noviembre la capital regional, Mekele, «el conflicto sigue abierto», explica a Alfa y Omega Igor García Barbero, responsable de comunicación de la Unidad de Emergencias de Médicos Sin Fronteras, que acaba de visitar la región.

«En varias zonas hay operaciones militares» por parte de las fuerzas gubernamentales y sus aliados, y mientras el Frente de Liberación del Pueblo del Tigray «lanza emboscadas». En medio, «grandes capas de la población se ven afectadas por niveles muy altos de violencia».

Al principio, cuando el Gobierno lanzó su ofensiva el 4 de noviembre tras la celebración de elecciones regionales declaradas ilegales por Adis Abeba, «mucha gente huyó a las zonas montañosas o rurales, con familiares o amigos». Llegó a haber, explica el portavoz de Médicos Sin Fronteras, hasta grupos de 30 personas viviendo en una misma casa.

Viviendo en escuelas

Pero la violencia y la falta de recursos los seguían empujando. Durante una reciente visita sobre el terreno, «hemos hablado con familias que ya han estado en seis o siete lugares», y que «intentaron volver a su lugar de origen, pero han tenido que volver a desplazarse». Al final, cientos de miles han buscado refugio en las grandes ciudades, «en situaciones extremadamente precarias: están en escuelas o edificios en construcción, e incluso muchos duermen a la intemperie». A esto se suma el trauma sufrido, pues «casi la totalidad han sufrido directa o indirectamente episodios de violencia».

García Barbero no cree que se vaya a poder «alcanzar la estabilidad a corto o medio plazo», sobre todo porque «no hay diálogo abierto entre las partes». Por ello, pide «seguir reforzando la ayuda humanitaria». Ya puede llegar a las ciudades principales «pero todavía falta en las zonas remotas, donde las necesidades de la población son más agudas»: mujeres embarazadas están dando a luz en casa sin seguimiento, los pacientes crónicos no reciben medicamentos, ni tampoco se está atendiendo a los «niños pequeños con diarrea, neumonía o desnutrición, en muchos casos con consecuencias fatales».