Cuando su hijo le dijo que quería ser cura «me quedé blanco» - Alfa y Omega

Cuando su hijo le dijo que quería ser cura «me quedé blanco»

Jorge Germán de pequeño «era un torbellino y lo sigue siendo». Pero tener vocación nada tiene que ver con ser un niño más o menos parado

Rodrigo Moreno Quicios
Jorge y José Manuel Germán en el Seminario Conciliar de Madrid
Jorge y José Manuel Germán en el Seminario Conciliar de Madrid. Foto: Rodrigo Moreno Quicios.

Jorge Germán le contó a su padre que quería entrar al seminario al final de una comida familiar. «Y menos mal que me lo dijo al terminar porque, si llega a ser antes, habría pasado de todo. Me quedé blanco, no lo acepté en absoluto», nos confiesa José Manuel, su padre, en el Seminario Conciliar de Madrid. Recordando el episodio, Jorge confiesa que, tras ver la reacción de su padre, «me enfadé con él». Él se defiende: «No dije nada». Es cierto, ese incómodo silencio fue su mensaje.

Pudo haber sido peor porque, como cuenta el hijo, «mi idea original era decírselo la semana de antes, pero cuando se lo propuse así a mi madre, casi me mata». A diferencia de su padre, quien fue el último en saberlo, ella fue la primera. «A mi padre siempre le he dicho las cosas cuando son, no antes, y lo hice cuando el seminario me dijo que sí», explica el aspirante a sacerdote.

Jorge y José Manuel son dos de los protagonistas del vídeo que la archidiócesis de Madrid ha preparado de cara al Día del Seminario que se celebró el pasado domingo 16. El material audiovisual se publicará este miércoles, festividad de San José y Día del Padre.

Bromas aparte —pues el episodio da juego y padre e hijo lo narran de forma descacharrante— el seminarista de tercer curso nos confía que decidió ingresar «porque el Señor cambió mi vida». «Yo estaba muy tranquilo haciendo segundo de Bachillerato cuando empezó mi inquietud vocacional», añade. Todo lo demás sucedió «como un proceso natural, el Señor me decía que me quería para él y poco a poco fui dando pasos».

Entre esos pasos, uno crucial fue el de dejar a su novia. «La quería un montón, pero hacerlo me dejó paz en el corazón, era una respuesta para el Señor». Pero más que un camino de sacrificios, Jorge Germán entiende su proceso como uno hecho «a base de afirmaciones». Lo que no le quita dificultad a las renuncias deben hacer los familiares. «Lo que más me costó es que se fuera de casa, tenía 19 años e iba a verlo poco», explica José Manuel. Su hijo se marchaba joven, sin estudios concluidos ni un contrato de trabajo que lo sostuviera. «Los primeros días pensaba: “Seguro que volverá pronto”. Pero no».

Preguntado sobre si de pequeño Jorge daba indicios de que querría ser sacerdote, su padre ríe. «Todo lo contrario, era un torbellino y lo sigue siendo». Claro que tener vocación no tiene nada que ver con ser un niño más o menos parado. «Aquí en el seminario somos 80 tíos, cada uno de su padre y de su madre», concluye el hijo con una normalidad absoluta.