Esta publicación, que ve la luz ahora en 2023, es fruto de un compromiso adquirido con motivo del 150 aniversario del fallecimiento del sevillano. «Creemos que Madrid, ciudad a la que Bécquer llegó con 18 años, en octubre de 1854, en la que vivió hasta su muerte en diciembre de 1870, y en la que se forjó como escritor de prestigio, debía rendirle un merecido homenaje», es la declaración de intenciones. Para dar tales merecidos honores, el profesor Guillermo Suazo Pascual agrupa, en más de 300 páginas, todos los textos becquerianos que nos descubren «muchos y diversos aspectos del Madrid que el autor conoció; unas veces con mucho detalle y otras con simples alusiones a calles, salones, palacios, cafés, librerías o joyerías». La recopilación está acompañada de ilustraciones (muchas de su hermano, Valeriano Bécquer), dibujos y grabados que iluminaron originalmente los textos o que se relacionan con ellos, y también se han reunido otras ilustraciones y fotografías de los lugares que habitó o por los que transitó Gustavo Adolfo.
El punto de partida es una nueva aproximación biográfica alineada en una vía de trabajo actual que desea dejar atrás la aureola de leyenda, es decir, que se esfuerza por superar esa imagen popular del genio incomprendido, soñador, desgraciado en el amor, pobre y enfermo «que se empezó a forjar ya a los pocos días de su muerte» para profundizar en un Bécquer menos conocido al que rescatar históricamente en su faceta de periodista de éxito. Todo el material que se compendia, excepto cartas e instancias, y que fue publicado en diversos periódicos o revistas, está contextualizado al comienzo, con una cronología de época y se completa al final con la relación de la extensa bibliografía consultada. Se remata con el curioso plano de esos «lugares de Madrid presentes en la vida y obra becquerianas», que incluye referencias a la parroquia de San Sebastián (Atocha, 39) donde se casaron Gustavo Adolfo Bécquer y Casta Esteban, en 1861; la Sacramental de San Lorenzo y San José (calle de la Verdad, s/n), en cuyo Patio del Cristo estuvieron enterrados Gustavo Adolfo y Valeriano (nichos 423 y 470, respectivamente) hasta el traslado de sus restos a Sevilla, en 1913; la Sacramental de San Isidro (paseo de la Ermita del Santo, 72), que aparece en el artículo «Monumento funerario proyectado y dirigido por don Jerónimo de la Gándara» y la nueva iglesia del Buen Suceso (Princesa, 43), a la que Bécquer dedica un emotivo artículo con ilustración de su amigo Federico Ruiz.
No falta en el libro, por supuesto, la fotografía de la placa en la madrileña calle Claudio Coello 25, antiguo número 7, que señala la casa del 3º derecha donde falleció «el poeta del amor y del dolor», velado por su esposa Casta Esteban y Augusto Ferrán. Fue este amigo suyo quien encabeza el círculo de amistades que realizan el laborioso trabajo post mortem de recogida y selección de textos dispersos en los periódicos, revistas y manuscritos sueltos para la preparación de los dos volúmenes de Obras que serán publicados a finales de julio de 1871, y desde cuyo prólogo Rodríguez Correa comienza la creación de esa idea romántica y desamparada de Bécquer que aquí se trata de desmitificar. Todos los amigos dan amplia publicidad a esta primera edición, en sus respectivos periódicos o revistas, bien a título personal, a sabiendas de que la recaudación se destinaba a la familia.
Al anunciar la salida de la obra, el periódico madrileño Gil Blas se compromete a comprar un ejemplar para cada uno de sus redactores, y tiene claro que «si toda la prensa hace otro tanto, habrá hecho un gran bien con leve esfuerzo».
Guillermo Suazo Pascual
Ediciones La librería
2023
360
20,90 €