Cristóbal López: «No somos ni de Francisco ni de Benedicto, ni de Juan Pablo II»
El arzobispo de Rabat (Marruecos), de origen español aunque en el cónclave será uno de los dos representantes del Magreb, expresa su deseo de que las congregaciones generales tengan un método más sinodal
¿Cómo han sido la llegada y el inicio de las reuniones con el resto del colegio cardenalicio?
Yo soy novato y para mí todo es un descubrimiento. En primer lugar destaco el encuentro con los restos del Papa Francisco tanto en Casa Santa Marta como en la basílica de San Pedro y poder rezar ante ellos. La visita masiva de fieles ya es un shock espiritual muy fuerte por lo que ha representado el Papa. Si para el mundo y la Iglesia ha sido una personalidad importante, para mí ha sido como un padre, un hermano mayor, un amigo; porque hemos podido conversar en algunas ocasiones pero sobre todo porque vino a Marruecos y tuve el honor y el privilegio de recibirle. Es una pérdida, pero la he vivido en un ambiente de serenidad y tranquilidad espiritual porque se veía venir aunque iba mejorando.
El de Marruecos fue uno de muchos viajes al mundo musulmán. ¿Qué impacto tuvo en el país?
Así es. Estuvo apenas 27 horas, incluidas las de descanso, pero su huella va a marcar el futuro de la Iglesia allí 20 o 30 años. En primer lugar, nos confirmó en la fe. Con su presencia y lo que nos dijo nos transmitió que estábamos en el buen camino y que teníamos que continuar por ahí. Además, dio un impulso grandioso al diálogo islamo-cristiano. Ya lo hacíamos, pero ahora con mayor legitimidad y entusiasmo porque él mismo lo estableció. Por último, visitando Cáritas en relación a las personas en situación de movilidad y la obra social de las Hijas de la Caridad nos dibujó ese rostro de la Iglesia samaritana que se inclina ante quien pasa necesidad. Marcó varias líneas que tras un sínodo diocesano hemos establecido como orientaciones pastorales: una Iglesia en salida al encuentro de los que son diferentes, samaritana y en comunión a partir de la gran diversidad que existe entre nosotros.
¿Se ha sentido su pérdida en el país?
No he podido palparlo demasiado porque inmediatamente me trasladé a Roma, el lunes por la tarde ya estaba viajando. Pero tanto las autoridades y el rey como el pueblo han lamentado la pérdida tan sensible y reconociendo el gran papel que ha jugado a nivel mundial, y en concreto por Marruecos. He recibido muchos mensajes de amigos musulmanes que lamentan esta pérdida y me dan sus condolencias. Se sienten huérfanos como nosotros.
¿Qué impacto ha tenido su pontificado en el mundo musulmán?
Gracias al gran interés que demostró por él hoy día prácticamente en casi todos los países musulmanes se está viviendo el diálogo islamo-cristiano en diferentes grados y estamos trabajando juntos. Cada vez descubrimos más que no solo no somos contrarios sino que somos necesarios si queremos construir el mundo que Dios ha pensado. Si logramos implantar esto en la conciencia de todos los musulmanes y cristianos será maravilloso porque somos prácticamente la mitad de la población mundial.
Es su primer cónclave. ¿Cómo lo afronta?
Con curiosidad pero también con un gran sentido del compromiso y la responsabilidad por que nos corresponde elegir al sucesor de Francisco. Mi empeño será que aprovechemos la herencia que nos deja. Voy a repetir mil veces que no somos ni de Francisco, ni de Benedicto ni de Juan Pablo II. Somos de Cristo y si valoramos la herencia que nos deja Francisco es porque reconocemos en todo lo que nos ha impulsado a iniciar (la sinodalidad, una Iglesia en salida y no autorreferencial) un origen profundamente evangélico. El valor no está en Francisco sino en Cristo y en la tradición cristiana genuina. Hay algunos que cuando hablan de tradición tienen en la cabeza un regreso al siglo XIX. Pero eso no es la tradición cristiana; son todos los siglos, concretamente los primeros, cuando se vivió la Iglesia en unidad (aunque con dificultades). Debemos beber de esas fuentes. Voy a reivindicar esa herencia del Papa Francisco y de seguir a Cristo como discípulos misioneros.
¿Cómo ha sido el inicio de las congregaciones generales?
En las primeras no entramos aún en tema. Hay un deseo de que las hagamos con una metodología semejante a la del Sínodo, en pequeños grupos donde todos podamos participar y se pueda trabajar en un ambiente de oración y discernimiento. Es algo nuevo y pienso que sería muy bueno que lo implantásemos. Hablo de las reuniones, no de cuando ya entremos en la capilla Sixtina.
¿Se notan los contrastes culturales derivados de la diversidad del colegio cardenalicio por el que apostó Francisco?
Ciertamente la diversidad de origen es muy bonita, muy católica. Pero implica un esfuerzo para construir la unidad sin eliminar las diferencias. También requiere tiempo para conocernos. Es lo que esperamos poder hacer en estos días hasta que el cónclave empiece efectivamente. Por eso nos gustaría poder tener contacto más en pequeño grupos, y que se pueda ir cambiando para llegar ahí con un conocimiento más preciso de quién es cada persona.